La Vanguardia

Muerte junto al Everest

UELI STECK (1976-2017) Alpinista suizo

- ROSA M. BOSCH

La alegría es la esencia del éxito”. Así concluía uno de los mejores alpinistas del momento, el suizo Ueli Steck, su último mensaje, hace una semana, en su página web donde daba cuenta de sus planes inmediatos, la travesía EverestLho­tse, en estilo alpino, el proyecto más ambicioso de esta temporada en el Techo del Mundo. Steck, de 40 años, encontró ayer la muerte junto al Everest, en Nepal, cuando escalaba la pared este del Nuptse (7.861 metros), según contaba Ferran Latorre, con quien coincidió el sábado en el campo 2 del Techo del Mundo, instalado a 6.475 metros.

Steck escalaba en solitario, sin cuerdas, cuando a una altura de unos 7.200 metros se precipitó al vacío, según el relato de Latorre, quien ayer por la mañana –junto con sus compañeros de expedición, el francés Yannick Graziani y el austriaco Hans Wenzl– ascendían del campo dos al tres, a unos 7.400 metros, para volver a descender, dentro de su programa de aclimataci­ón para coronar el Everest (8.848 metros). “Ayer comimos juntos. El sherpa con el que iba había sufrido congelacio­nes, pero él nos dijo que quería subir el Nuptse, el Everest y el Lhotse (8.516 m) esta temporada, empalmando los dos segundos”, relataba Ferran Latorre.

Un equipo de seis escaladore­s rescató hacia las 4.30, hora local, el cuerpo de Steck a unos 6.000 metros, a los pies de la pared del Nuptse, por debajo del campo dos. El rotativo de Katmandú Himalayan Times indicaba que Steck habría resbalado pero la familia del fallecido pidió que no se especule sobre las causas del accidente. Los restos del alpinista, conocido como la Máquina Suiza, por sus ascensione­s veloces y en solitario a picos de todo el mundo, fueron trasladado­s en helicópter­o hasta Katmandú.

Esta es la primera muerte que hay que lamentar esta temporada en la zona del Everest, montaña que comparte campo base con el Lhotse y el Nuptse. “Un día rápido desde el campo base hasta 7.000 metros y vuelta abajo. Me encanta. Creo en la aclimataci­ón rápida”, escribió en las redes sociales el miércoles. La rapidez era la seña de identidad de Steck, ganador de dos Piolets d’Or, algo así como los Oscars de la montaña. Entre sus récords figuran la cara sur del Annapurna (8.091 m) en 28 horas, subir y bajar, en el 2013, y la cara norte del Eiger por la vía Heckmai, en dos horas y 22 minutos, en el 2015. También ese mismo año coronaba en 62 días las 82 cimas de más de 4.000 metros de los Alpes.

Y en el Annapurna, en el 2008, había participad­o en una suerte de misión imposible, en el operativo que se montó para intentar salvar la vida del navarro Iñaki Ochoa de Olza. Steck dio en esa ocasión una soberbia lección de compañeris­mo.

Hace cuatro años, Steck, Simone Moro y el cámara Jonathan Griffith, en el mismo campo 2, cerca de donde se produjo ayer el fatal accidente, se vieron envueltos en un grave altercado. Decenas de sherpas enfurecido­s los atacaron a pedradas y los golpearon enfadados por un incidente que se había producido unas horas antes a 7.200 metros. Los sherpas estaban equipando un tramo de la montaña para facilitar el ascenso de sus clientes cuando los tres alpinistas pasaron por el lugar por libre, sin necesidad de ir asegurados. El malestar y el cruce de palabras derivó más tarde en violencia física y amenazas de muerte. Ueli Steck y sus compañeros abandonaro­n por piernas el Everest con muy mal sabor de boca.

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CHRISTIAN BEUTLER / AP

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