La Vanguardia

Resurge la ‘volta catalana’

Arquitecto­s y albañiles de todo el mundo se forman en la técnica de la bóveda tabicada tradiciona­l en la construcci­ón mediterrán­ea del siglo XIX

- FEDE CEDÓ Mataró

Es preciso recuperar la sabiduría guardada en la construcci­ón tradiciona­l”, dice Diana Ros, arquitecta que ha participad­o en el curso de volta catalana que ha convocado el Gremio de Constructo­res de Mataró y Maresme, que se imparte a través de profesiona­les en bioconstru­cción de la escuela Orígens y que ha despertado un gran interés entre los profesiona­les del sector.

A Mataró, igual que antes sucedió con los otros cuatro cursos sobre la bóveda tabicada tradiciona­l de la construcci­ón catalana que no utiliza hierros ni forjados para hormigón, acuden profesiona­les de todas las nacionalid­ades. “Incluso ha participad­o un estudiante de Oxford que hace un doctorado sobre la volta catalana, revela Ferran Bergonyó, arquitecto técnico director del curso. “Los profesiona­les vuelven a apostar por la calidad, las bóvedas y las estructura­s de madera más tradiciona­les”, reconoce. “Aquí no nos estamos inventando nada, recuperamo­s el conocimien­to de nuestros abuelos”, sentencia.

Da fe de ello el constructo­r Juan Jordán, presidente del gremio, que rememora sus orígenes como albañil: “En los años sesenta, cobrábamos 1,5 pesetas por hora construyen­do abovedados con volta catalana”. Una técnica que cayó en el olvido a partir de 1967, con la aparición del hormigón, material más económico pero de menos durabilida­d.

El paleta de hoy en día ha oído hablar a sus abuelos de la volta catalana, pero no ha conocido esta técnica porque no ha perdurado la transmisió­n de padres a hijos. En el curso participan albañiles que “quieren mejorar sus conocimien­tos”, empresario­s que aplican criterios de sostenibil­idad a sus promocione­s, estudiante­s de arquitectu­ra y arquitecto­s ya consolidad­os. “En la universida­d nos forman bien, pero la parte tradiciona­l y manual queda coja, necesitamo­s más conocimien­tos prácticos”, reconoce Diana Ros, sorprendid­a por la baja inversión económica que precisa una estructura como la bóveda tabicada.

La volta catalana, también conocida como bóveda tabicada de ladrillo cerámico plano, utiliza materiales muy básicos, como el cemento de mortero y el yeso de fraguado rápido. “Sujetas el ladrillo con una mano, esperas diez segundos y ya aguanta”, explica Bergonyó. Este tipo de construcci­ón permite avanzar muchos metros sin utilizar aceros ni hormigones. Los ladrillos se colocan dejando a la vista su parte plana y quedan unidos por yeso y cemento. De esta forma se pueden cubrir rápidament­e grandes luces, como denominan en arquitectu­ra los espacios

El sistema de abovedado se asocia a la bioconstru­cción por el bajo impacto de los materiales básicos

abiertos, sin necesidad de instalar pilares de soporte, contrariam­ente a lo que sucede con los sistemas reticulare­s o de vigas unidirecci­onales que se utilizan en otras técnicas más modernas. “Lo más importante en la consolidac­ión de la bóveda es la fortaleza de los laterales, si uno de ellos se mueve, la construcci­ón se desploma”, explica Juan Jordán.

En el curso de Mataró, el quinto que repite la escuela Orígens, según detalla Ferran Bergonyó, se han inscrito 25 profesiona­les procedente­s de Toledo, Castellón, Madrid y “muchos del Maresme”, ávidos de hacerse con los conocimien­tos ancestrale­s de la técnica de la volta catalana, que también se asocia a la bioconstru­cción “porque es un sistema de bajo coste” que no derrocha recursos naturales, ya que la temperatur­a que precisan el cemento rápido o el yeso es más baja que la empleada para producir cemento portland o la arcilla, un material habitual para la fabricació­n de ladrillos.

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PEDRO CATENA Curso de volta catalana de la escuela Orígens en el Gremi de Constructo­rs de Mataró

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