El coste del rescate bancario
Se mire como se mire, el coste para el contribuyente del rescate bancario ha sido mayor en España que en la Unión Europea (UE). Si lo medimos como el total de las ayudas públicas que se dan por perdidas (ya forman parte del déficit público), del 2008 al 2015 la factura equivale al 4,2% del PIB, más del doble que en la eurozona (2% del PIB). En términos de deuda pública, el aumento como porcentaje del PIB ha sido de 60 puntos porcentuales, más que duplicando los 26 puntos de media en la UE. Y en términos de endeudamiento neto (pasivos-activos) casi triplicamos la media de la UE (4,2% frente a 1,5%).
Las ayudas públicas al rescate de la banca española han tenido lugar en forma de inyecciones de capital (61.900 millones de euros), de adquisición de activos dañados (32.900 millones de euros relacionados con el traspaso de activos al banco malo-Sareb) y de ayudas a la obtención de liquidez (91.000 millones). En el primer caso, como porcentaje del PIB, su importancia (5,7%) supera en 2,5 puntos porcentuales a la UE. En el segundo, es más del doble (3,1% frente a 1,3%). Y en el tercero, prácticamente son similares (8,5% versus 8,8%).
Con estas cifras, es evidente la profundidad de la crisis que ha sufrido el sector bancario español y el coste público que ha sido necesario soportar. Lo más preocupante es la magnitud de las ayudas que se dan por perdidas. El 4,2% del PIB de coste fiscal en términos de déficit público sólo es superado por los países rescatados (Portugal, Chipre, Grecia e Irlanda) y Eslovenia.
La factura final que asumirá el contribuyente es una incógnita que dependerá de lo que pueda obtener el Estado de la venta de los bancos en los que participa (Bankia y BMN) y de su participación en la Sareb. En el primer caso, teniendo en cuenta el valor neto contable en el 2015 que hizo el Tribunal de Cuentas, se podría recuperar sólo el 46% de las ayudas concedidas. Y en el segundo se da por perdido al menos el 30%. Por tanto, el impacto final neto va a ser muy superior al inicialmente previsto cuando se dijo que no iba a costar ni un euro al bolsillo del contribuyente.
¿Por qué en España hasta ahora el coste para el erario público de los rescates bancarios ha sido mayor? En primer lugar, por la elevada concentración de riesgos en el sector inmobiliario que tras el pinchazo de la burbuja dio lugar a multimillonarias pérdidas en el valor de los activos. Y, en segundo lugar, por no haber reconocido a tiempo el problema de solvencia que tenía la banca española y, en consecuencia, no haber inyectado el capital público suficiente. Un análisis comparativo de las ayudas concedidas hasta el 2012 en forma de capital en la UE muestra la reducida cuantía en España, por lo que ha sido a partir de entonces cuando España “ha cogido el toro por los cuernos”. Sería razonable suponer que de haber reconocido mucho antes la magnitud del problema de solvencia inyectando el capital suficiente, se hubiera superado antes la crisis bancaria y recuperado un mayor importe de las ayudas concedidas.
Del 2008 al 2015 la factura equivale al 4,2% del PIB, más del doble que en la eurozona, que es un 2% del PIB