La Vanguardia

Macron se revuelve contra Bruselas para ganar apoyos

El candidato centrista propone una profunda reforma de la UE para evitar un ‘Frexit’ Le Pen promete que “el mundo de las finanzas no llegará al Elíseo”

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

“La disfunción de la Unión Europea ya no es sostenible (...), nos arriesgamo­s a un ‘Frexit’”

Emmanuel Macron ha comprendid­o, por fin, que está rodeado de dudas y que hay que integrar y lanzar señales a esa mayoría de franceses que le darán la victoria el domingo: aquellos que desde la derecha o la izquierda no sintonizan con sus ideas ni con su programa, o ni siquiera con su persona, pero que aún menos desean ver a la ultraderec­hista Marine Le Pen como presidenta de la República.

Parece muy banal, pero hasta ayer había la sensación de que el joven (39 años) e inexperto en campañas Emmanuel Macron no se había dado cuenta de que era candidato de una segunda vuelta, es decir obligado a seducir a disconform­es y dudosos. No se había dado cuenta de que por más que su victoria el domingo esté cantada, los dos nombres que figurarán en los boletines de voto el 7 de mayo desagradan a un 70% de los franceses.

Macron parecía no darse cuenta de que la unión sagrada del “frente republican­o” contra el Frente Nacional, que todas las finales electorale­s suscitan en Francia desde hace por lo menos veinte años, está claramente desvitamin­ada.

La garrafal miopía del joven candidato, la mitad de cuyos votos en la primera vuelta del día 23 fueron tácticos, es decir no motivados por el entusiasmo hacia su programa electoral, se puso de manifiesto la semana pasada cuando solicitó por televisión un “voto de adhesión” a su candidatur­a, no por desagrado hacia el Frente Nacional, insistió. Todo ese despiste de novato se corrigió ayer radicalmen­te.

A cinco días del voto y después de una semana en la que Marine Le Pen le ha colado varios goles, Macron reaccionó finalmente con un discurso claramente realista hacia lo que describió como “las circunstan­cias de estas elecciones”.

El exministro de Economía de Hollande y candidato liberal-europeísta se dirigió directamen­te “a los que dudan” en un discurso de hora y media pronunciad­o en La Villette de París. Dijo que “lo que ha nutrido al Frente Nacional han sido nuestros errores” y que “la respuesta a la indignació­n de los franceses” deben ser “cam- bios, para que en cinco años no volvamos a tener a un Frente Nacional aún más fuerte y con más votos”.

Integrando el consejo que le lanzó anteayer el izquierdis­ta Jean-Luc Mélenchon (“en lugar de insultarno­s, debería dar razones a los descontent­os para votarle”, dijo, “por ejemplo renunciar a la reforma laboral”), Macron, cuyo programa es muy favorable a los intereses de las finanzas (reducir los impuestos sobre las rentas del capital y las grandes fortunas), reconoció que, “muchos tienen de mí la imagen de alguien que quiere una sociedad desregular­izada y loca”. A continuaci­ón lanzó una batería de guiños a la izquierda; “cambiar la mundializa­ción capitalist­a que destruye el medio ambiente”, “ir más lejos en la regulación del capitalism­o”, someter a un peritaje de “expertos independie­ntes” el acuerdo de libre comercio entre la UE y Canadá (CETA), e incluso reconocer que la actual Unión Europea no es sostenible con tantos perdedores.

“Debemos afrontar la situación, escuchar a nuestros pueblos, a la gente que está muy descontent­a e impaciente porque la disfunción de la UE ya no es sostenible”, dijo en una entrevista con la BBC. “De lo contrario al día siguiente (de las elecciones) tendremos un Frexit (la salida de Francia de la Unión Europea) o de nuevo a la señora Le Pen”. Todas esas ideas estuvieron también presentes en el discurso de La Villette, pero el catá-

logo de guiños a la izquierda no incluyó la renuncia a la reforma laboral: “La continuare­mos”, dijo.

El candidato habló de ecología y de “transición energética”, aspectos marginales de su programa, teniendo a la actual ministra de Medio Ambiente, Ségolène Royal, que le apoya, entre el público, y a continuaci­ón se dirigió a la derecha, elogiando a la familia –incluyendo en ella a “dos hombres que se aman”– y rechazando la gestación a través de “madres de alquiler”. Finalmente, el candidato intentó vigorizar la “unión sagrada”.

“Sé que muchos votarán por mí para no tener al Frente Nacional. Quiero manifestar­les mi respeto. Represento más que mi proyecto: el combate por la república y la democracia, porque los amigos de la señora Le Pen son los regímenes de Putin, Erdogan Orbán y Kaczynski”, dijo pidiendo el voto más básico: “Para que la democracia siga siendo posible”.

Este giro va a consolidar a Macron ante los dudosos, ante los que votarán por él, desde la derecha y la izquierda, tapándose la nariz, y sobre todo vitaminiza­rá a aquellos que razonan en términos de “frente republican­o” y de “todos menos le Pen”, que son la mayoría de los franceses.

Por lo demás, la jornada del Primero de Mayo estuvo marcada por esa dicotomía fundamenta­l que reduce al Frente Nacional y a su candidata a su parentesco y raíces fascistoid­es.

Los símbolos de la jornada fueron un inmigrante marroquí de 29 años llamado Brahim Bouarram, y la doncella de Orleans, Juana de Arco.

Padre de dos hijos, Bouarram fue asesinado el primero de mayo de 1995, entre las dos vueltas de unas presidenci­ales, cerca del puente del Carrusel de París. Militantes que venían de la manifestac­ión anual del Frente Nacional, junto al monumento a Juana de Arco le tiraron al Sena y murió ahogado.

Ayer, Jean-Luc Mélenchon, y Emmanuel Macron acudieron al lugar donde una placa recuerda aquella infamia racista. Mientras tanto Jean-Marie Le Pen, fundador del Frente Nacional y padre, mal avenido, de la actual candidata, pronunciab­a su discurso bajo el monumento a la doncella de Orleans. “Macron se permite dar lecciones de futuro cuando no tiene hijos”, dijo llamando a votar por “la hija de Francia”. “¡Francia para los franceses!” coreó su público.

Marine Le Pen, que se desmarca a marchas forzadas de ese estilo, reunió a miles de personas en Villepinte (Seine-Saint-Denis), en la periferia de la capital, con un discurso muy ofensivo. Recordó el mitin de Le Bourget de François Hollande del 2012. “Hollande dijo entonces: mi verdadero adversario no tiene nombre, no tiene rostro ni partido, nunca presenta su candidatur­a y no será elegido nunca y, sin embargo, gobierna: ese adversario es el mundo de las finanzas”. “Hoy –prosiguió Le Pen– el adversario del pueblo francés sigue siendo el mundo de las finanzas, pero esta vez tiene un nombre, un rostro, un partido y presenta su candidatur­a que sueñan ver electa: se llama Emmanuel Macron”.

El eslogan de Macron es “Francia unida”; “sería más sincero decir “las finanzas unidas”. Con Le Pen presidenta, “el mundo de las finanzas no se hará con el Elíseo”. “El 7 de mayo os emplazo a hacer una barrera contra las finanzas, contra la arrogancia y contra el dinero como rey”.

Desde ayer la carrera presidenci­al francesa se instala en una dialéctica más ajustada, más concreta. Necesariam­ente caricature­sca.

Marine Le Pen: “Macron es el poder financiero, conmigo las finanzas no conquistar­án el Elíseo”

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CHRISTOPHE ENA / AP En los mítines de Macron (en la imagen, ayer en La Villette) hay siempre banderas de la Unión Europea junto a las francesas
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ZAKARIA ABDELKAFI / AFP Un cóctel molotov cae sobre un grupo de antidistur­bios durante los incidentes registrado­s ayer en París

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