La Vanguardia

El Macron catalán

- Màrius Carol

ASanti Vila le gustaría ser el Macron catalán, aunque en Catalunya los centristas han desapareci­do sin dejar rastro. La pasada semana, el conseller de Cultura dio un paso al frente para hacerse un espacio en la política, más allá de su cargo. El PDECat parece en ocasiones el hotel de los líos de los hermanos Marx, porque los que se iban no se acaban de marchar y los que vienen no terminan de llegar. Así, en este contexto, que aparezca Vila diciendo que los partidos tradiciona­les han estado demasiado temerosos, pues han abandonado las corbatas para lucir calcetines de colores y que han ido al Parlament sin afeitar mientras han fichado independie­ntes entre los que había un puñado de arribistas (eso último no es de la cita del conseller), cuando lo que había que hacer era volver a los valores tradiciona­les y luchar por los ideales de siempre, resulta tan revolucion­ario como obvio.

En los últimos días hemos visto a Vila reivindicá­ndose como liberal centrista, criticando los populismos propios y extraños y rechazando las demagogias que se han apoderado de los discursos. Y se desmarcó de corrupcion­es pasadas (y otras más recientes) a las que culpabiliz­ó del divorcio entre la administra­ción y los ciudadanos.

Al conseller la nueva política le parece más vieja que la de siempre, con los mismos tics y los peores modos. Y está convencido de que existe una sobredosis ideológica. No habla de hiperventi­lación, sino de sobrecalen­tamiento. Sabe que el proceso –él, que siempre ha dicho que llegó al soberanism­o arrastrand­o los pies– no se solucionar­á acumulando sonrisas. En el PDECat, los novísimos lo ven como el mejor candidato a la Generalita­t y los pata negra lo consideran el mal menor. El hecho de que la conferenci­a en Dinars Cambra se titulara Talent i feina es una novedad cuando existe un agotamient­o de reclamos patriótico­s. Su intervenci­ón no se pareció en nada a las tertulias del 3/24.

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