Un instrumento de Estados Unidos
La salida de Venezuela de la OEA debe entenderse en el contexto de la siniestra historia de una organización utilizada repetidamente como un instrumento para deshacerse de gobiernos que Estados Unidos consideraba peligrosos. La organización fue creada en abril de 1948 bajo órdenes de Washington, ya en plena cruzada anticomunista, con el fin de sabotear el proyecto desarrollista y su vehículo multilateral, la Comisión Económica por América Latina (Cepal), un caballo de Troya comunista bajo la óptica paranoica de la administración de Harry Truman. La Cepal fue inaugurada en Santiago de Chile tres meses después de la OEA. De forma simbólica y quizás no casual, la cumbre fundadora de la OEA se celebró en Bogotá el mismo día que el líder de izquierdas colombiano Jorge Eliécer Gaitán era asesinado, lo que provocó disturbios por toda la capital colombiana y un intento popular de tomar el palacio presidencial. El Gobierno respondió mandando tanques a las calles. En medio de la masacre, los jefes de Estado latinoamericanos, convocados por EE.UU., tuvieron que reunirse secretamente en la embajada hondureña. Antes de volar precipitadamente a Washington, el delegado estadounidense, el general George Marshall, advirtió a los latinoamericanos de que “bajo ningún concepto debería posponerse la redacción de la Carta de la Organización de Estados Americanos porque le haríamos un favor a los comunistas en todas partes”. Fue un bautizo que anticiparía la vida posterior de la OEA. La segunda reunión se celebró en Caracas en 1954, con la presencia del secretario de Estado John Foster Dulles, que exigió una resolución que daría luz verde a una intervención militar contra el presidente guatemalteco Jacobo Árbenz, sospechoso, según Foster Dulles, de ser comunista. Cuba fue excluida de la organización en 1962, tres años después de la revolución, paradójicamente a instancias de Venezuela. Supuesta defensora de las democracias, la OEA ha hecho la vista gorda o ha apoyado activamente a sanguinarias dictaduras, desde Chile y Argentina hasta Centroamérica, en nombre de la lucha contra el avance del comunismo.