De la tienda de campaña al lujo
Los campings catalanes sumaron 3 millones de turistas y 16 millones de pernoctaciones en el 2016, la mitad en la demarcación de Girona
Años antes del boom del turismo en la Costa Brava, en 1953, un grupo de extranjeros pidió al empresario de Palamós Juan Farré pernoctar en unos terrenos que tenía al lado de su casa, en La Fosca. Aquel mismo año, Farré alquiló una parcela de 17.000 metros cuadrados en Sant Antoni de Calonge para ubicar un camping, aunque no fue hasta 1958 cuando el Ministerio de Información y Turismo, que era el encargado de dar los permisos para este tipo de alojamientos, le autorizó a instalar “un campamento de turismo”, con capacidad para 400 acampadores. Fue en el litoral de Girona donde se escribieron las primeras páginas del fenómeno campista en España. Ahí sigue abierto el Costa Brava, el establecimiento en funcionamiento más antiguo del Estado. “Al principio no había agua caliente, ni piscina, muy pocos váteres y baños y sólo se acampaba en tienda”, explica Ester Herranz, que dirige desde hace 45 años este alojamiento de Sant Antoni de Calonge edificado en 1958 sobre un pinar propiedad de su abuelo.
Sesenta años después, el sector ha efectuado un giro de 180 grados. Piscinas que no tienen nada que envidiar a la de los parques acuáticos, supermercados, bodegas, pistas polideportivas, solárium, bungalows equipados con todo tipo de servicios (microondas, aire acondicionado, lavaplatos, mobiliario de diseño…), restaurantes de alta cocina, salón de estética… se han integrado ya en este tipo de alojamiento, que en el 2016 recibió a más de 3 millones de turistas en Catalunya, un 9,3% más que en el 2015, según datos del Observatori del Treball de la Generalitat. Se trata del perfil de alojamiento que creció en el último año, por encima de hoteles y apartamentos turísticos. Los campings catalanes sumaron cerca de 16 millones de pernoctaciones, de las que más de la mitad se realizaron en Girona.
Los establecimientos de Girona y Tarragona figuran en los mejores rankings del sector y en enero sumaron 12 de los 16 premios otorgados en España por la Asociación Alemana de Automovilistas (ADAC), que premia el confort de las instalaciones. Según el presidente de la Associació de Càmpings de Girona, Miquel Go- tanegra, el secreto no es otro que reinvertir las ganancias. Explica que, de media, los propietarios invierten unos 20 millones de euros anuales en mejorar sus instalaciones, a las que han ido dotando en los últimos años de medidas de eficiencia energética, ahorro de agua o contaminación lumínica. La última tendencia, el glamping, etiqueta que nace de la fusión de las palabras glamur y camping y que ofrece un plus de lujo a los clientes, está ganando adeptos en el sector.
El camping El Delfín Verde ha realizado una fuerte inversión en los dos últimos años en la construcción de un centenar de alojamientos de lujo. “La demanda es más alta de la esperada y para los meses de julio y agosto ya no queda ninguna plaza libre”, afirma su director, Antonio Bros, que destaca la alta fidelidad del cliente campista. La mitad repite.
El glamping es el último punto de inflexión de un sector que ya vivió su primer gran cambio en la década de los noventa con la aparición de las mobile homes (casas sobre ruedas) y los bungalows. “Fue la primera gran revolución ya que abrió este tipo de alojamiento a una clientela que no era la habitual”, afirma el especialista en el sector Agustí Valls.
El principal reto de futuro es atraer más clientela nacional. Actualmente sólo el 5% de los catalanes y españoles aseguran haber visitado un camping alguna vez, cifra que todavía está muy lejos de las de países como Dinamarca, Holanda o Alemania, que superan el 20%. “Queremos ser los grandes parques vacacionales del país, pero seguimos siendo unos desconocidos para el cliente nacional”, se lamenta Gotanegra. Con el objetivo de potenciar la oferta y sumar clientes, muchos establecimientos han optado por especializarse en varias temáticas (cicloturismo, golf, enoturismo, deportes náuticos...). El otro gran reto consiste en alargar las temporadas para amortizar las inversiones. Por eso el sector se promociona en nuevos mercados como los países escandinavos, que suelen tener vacaciones fuera de los meses estivales.