La Vanguardia

Primo hermano del electrón

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En 1936 Carl Andersen, estudiando las partículas detectadas en los rayos cósmicos, descubrió una especial. Se trataba de una partícula de carga negativa, como el electrón, pero mucho más pesada (unas doscientas veces más pesada). “Al principio, Anderson pensaba que había descubiert­o una partícula propuesta teóricamen­te, el pion. “Sin embargo, las propiedade­s de esta misteriosa partícula nueva no coincidían con las del pion”, explica en su web el divulgador de nombre Tamiz. El hallazgo dejó desconcert­ados a los físicos por sus caracterís­ticas singulares. “¿Pero quién pidió esto?” , bromeaban los físicos. El muon es una partícula elemental, es decir, no está formada por nada más simple, igual que el electrón. Pero a diferencia de este, además de su masa, presenta su caracterís­tica de “inestabili­dad”. Los muones se crean a partir de los rayos cósmicos que están compuestos en gran parte por protones de mucha energía. Tanta que, cuando chocan con los núcleos de los átomos de la atmósfera, producen lluvias de partículas exóticas, como los piones. Estos piones duran muy poco tiempo y, tras recorrer unos metros, se descompone­n en muones y neutrinos. Los muones se aplican en técnicas de seguridad nuclear y han radiografi­ado grandes construcci­ones como la pirámide de Kefrén en Giza (Egipto).

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