La historia narrada en imágenes
Daniel Venteo publica un ‘Autobiografia de Catalunya’ a través de los documentos
La historia se suele explicar por medio de la palabra, y el formato habitual son los libros de ensayo, pero también se puede hacer mediante fotografías, planos, mapas, carteles, dibujos y manuscritos. Es lo que ha hecho el historiador Daniel Venteo en Autobiografia de Catalunya, una edición de lujo de la Enciclopèdia Catalana en la que deja que hablen por sí solas las 900 imágenes recogidas a lo largo de 400 páginas.
“Es un nuevo relato temático en el que los pergaminos y los cartularios de privilegios reales dialogan con documentos, a menudo modestos, sobre la vida cotidiana”, dice Venteo en un corto prólogo que da paso a los diez bloques temáticos, más centrados en aspectos sociales que políticos. Los documentos proceden de 180 archivos, desde la Biblioteca Nacional de Francia o la Vaticana hasta archivos comarcales y colecciones particulares. Aparecen los grandes documentos de la historia del país, como el decreto de Nueva Planta o el tratado de los Pirineos, junto a otros como un billete de tren o la carta de un prisionero de un campo de concentración. Algunos materiales no se habían mostrado nunca y muchos otros apenas son conocidos. El resultado es que se puede leer la historia de Catalunya desde la edad media hasta la actualidad a través de las imágenes.
El libro se abre con un capítulo dedicado a los símbolos nacionales (bandera, lengua catalana, himno, Sant Jordi, 11-S). Se recoge la página del Liber maiolichinus de gestis pisanorum (que se halla en la Biblioteca Universitaria de Pisa), del siglo XII, donde por primera vez se cita el término “Catalonia” y se refiere a los “catalanicus heros” y a Ramon Berenguer como “dux catalensis”. Pero también aparece el privilegio real otorgado por Pedro II el Grande a la ciudad de Barcelona, en 1284, o las Homilies d’Organyà, del siglo XIII, uno de los primeros textos literarios redactados en catalán.
El capítulo dedicado al territorio y sus límites recoge desde un borrador manuscrito de la Atlàntida de Jacint Verdaguer hasta el mapa más antiguo que se conserva de Catalunya: Nova Principatus Cataloniae Descriptio, realizado hacia 1602-1605 por el grabador Jan Baptist Vrients, en Amberes.
Entre los planos recogidos hay uno de España –bastante difundido últimamente– del geógrafo liberal Jorge Torres Villegas, de 1852, que distingue cuatro territorios: “España uniforme o puramente constitucional” (que recoge las provincias de la antigua corona de Castilla), “España incorporada o asimilada” (correspondiente a lo que era Corona de Aragón: Catalunya, Aragón, País Valenciano), “España foral” (País Vasco) y la “España colonial” (que incluye las islas Filipinas, Cuba y las posesiones de África).
No se sigue un orden cronológico, sino temático, lo que permite por ejemplo dedicar un capítulo a retratos de catalanes. En ocasiones resulta chocante la contraposición
JOSEP PLAYÀ MASET Un libro del siglo XII que se halla en Pisa cita ya el término “Catalonia” y habla de los “catalanicus heros”
de imágenes: las fotos de Brangulí de niños refugiados en Sant Felip Neri durante la guerra de 1936 aparecen junto a otras, tomadas unos días después, cuando una bomba sobre estas dependencias había matado a 40 niños. Y al lado, un dibujo de los bombardeos de 1938 realizado por un niño de la escuela de La Salle de Girona (rebautizada entonces como grupo escolar Carles Marx). De la posguerra es otro interesante documento: el certificado de defunción de Wal- ter Benjamin en Portbou, en 1940, donde se esconde que se suicidó.
La pluralidad de documentos se convierte en un atractivo. Y eso permite saltar de los dibujos miniatura de la Biblia de Sant Pere de Rodes (hoy conservada en París) a la foto del primer vehículo de Barcelona (con matrícula B-1), un Berliet del banquero Rupert Garriga que circula por la Rambla en 1907; del cartel del primer vuelo Barcelona-Palma, de 1920, que se hacía en 1 hora y 13 minutos, al mapa de Barcelona que ubica las barracas y cuevas que había en 1957 (albergaban a unas cien mil personas); de la referencia más antigua de la Patum de Berga (ordinación de 1454 sobre la procesión de Corpus) a la orla de la promoción de Derecho en la que estaba Josep Pla.
La última página incluye el telegrama que varios diputados envían a Pau Casals en 1954 para proponerlo como presidente de la Generalitat en el exilio. No aceptó y lo fue Tarradellas.