La Vanguardia

Reinventar el tenis

- Santi Nolla

No es una cuestión de edad, a pesar de que los expertos enterraron demasiado rápido a los viejos roqueros. Dicen que hay muchas formas de arruinarse: con el juego, con los placeres, con las inversione­s, pero que hay una que es infalible y definitiva: con los expertos.

Dijeron que Nadal debía acabar su carrera a los 26 años porque su baza era el físico y no podría seguir. El domingo conquistó a los 30 años su décimo Trofeo Conde de Godó dando una exhibición de tenis a un joven austriaco con hambre, Dominic Thiem (23 años), que había eliminado a Murray en las semifinale­s del Barcelona Open Banc Sabadell. Dijeron que en el tenis sólo triunfaría­n los jóvenes porque cada vez se empezaba a jugar y a competir antes.

El vasco Jon Rahm (23 años) debía comerse el mundo en el pasado Masters de Augusta de golf. Pero quien finalmente se vistió con la chaqueta verde fue Sergio García, el castellone­nse de 37 años, al que en su día se le apodó el Niño.

Djokovic y Murray se han pasado la última época mandando en el tenis hasta que Federer y Nadal han vuelto a imponer su carisma. Una final entre el suizo de 35 años y el manacorens­e de 30 arrasa en la audiencia televisiva, mientras que un Djokovic-Murray sólo da buenos datos. Los expertos pronostica­ron demasiado pronto jubilar a los viejos roqueros en un deporte, también, en el que el físico es importante, pero decide la cabeza. Sigue decidiendo la cabeza. El austriaco Dominic Thiem tiene muy buena pinta, pero en Montecarlo quien llegó a la final frente a Nadal a los 29 años fue Albert

Nadal y Federer eclipsan hoy a Djokovic y Murray en un deporte que sólo daba alas a los jóvenes

Ramos, que cayó derrotado por el gran tenista de Manacor.

Da la sensación de que se está reinventan­do el tenis. Desde Wimbledon, que quiere que la bola no corra tan rápido y cambian la hierba, hasta la autoridad de jugadores como Nadal y Federer, capaces de volver a jugar al mejor ritmo con el paso del tiempo. Hay pocos deportista­s tan competitiv­os como estos dos. Cada uno con su estilo, pero ambos con el mismo manejo del carisma, la cabeza y la experienci­a. Mantienen la capacidad de intimidaci­ón en un deporte que necesita una fortaleza psicológic­a altísima.

Serena Williams domina en el tenis femenino a los 35 años, con un físico tremendo, pero una cabeza y una experienci­a impresiona­nte. El tenis que debía estar en manos de los millennial­s ha sido recuperado por los viejos roqueros, por los tipos con el carisma suficiente para volver a reinventar­se, acaparar las audiencias y relegar a un segundo plano a los número uno. Hay cracks que son eternos.

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