La Vanguardia

El Reus hunde al Nàstic con un zarpazo

- ESTEVE GIRALT Tarragona

Mereció el Nàstic ayer como mínimo el empate ante su eterno rival, el Reus Deportiu, pero el fútbol no entiende de justicia (0-1). En su único disparo entre los tres palos y en el minuto 90, los de la capital del Baix Camp enviaron temporalme­nte a los de Tarragona al purgatorio, en zona de descenso a Segunda B. Máyor aprovechó un buen contragolp­e y acabó con casi seis partidos de su equipo sin marcar. Antes lo intentó hasta la desesperac­ión el equipo de Juan Merino, con más intensidad y amor propio que fútbol. Enfrente, un Reus que vino al Nou Estadi a buscar descaradam­ente el empate. Pero se encontró con tres puntos que le alejan de la zona de descenso, ahora a cuatro puntos, los mismos que le separan de su vecino.

El partido tuvo también polémica, con un gol de Xavi Molina en el descuento, tras el 0-1, que anuló el colegiado por un claro fuera de juego. Pero la historia dirá que el Reus, con el presupuest­o más menguado de la Segunda División española, fue capaz de ganar en Tarragona, ante 12.541 aficionado­s, en un duelo tan dramático y emocionant­e como feo por lo que al aspecto estrictame­nte futbolísti­co se refiere.

El mejor del partido, sin duda, fue el guardameta Edgar Badia, que estuvo inmenso bajo palos y fue capaz de evitar un gol cantado a cabezazo de Perone con una mano milagrosa con el 0-0 en el marcador. El portero barcelonés paró también un gran disparo de Emaná desde fuera del área.

Al final, después de un desenlace tan emotivo, hubo locura colectiva en el equipo ganxet y tristeza angustiant­e en los pelacanyes, hundidos en el centro del campo, agradecien­do el apoyo de su afición.

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VICENÇ LLURBA La afición del Nàstic apoyó a su equipo desde el primer momento

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