Déficit y superávit
La economía política nos enseñó que los países fuertes son librecambistas y los débiles proteccionistas. Gran Bretaña fue el gran adalid del liberalismo económico mientras su industria era la más avanzada tecnológicamente, al tiempo que, en países débiles como el nuestro, se levantaban barreras arancelarias para proteger la timorata industria local.
La incorporación de España a la Unión Europea obligó a su economía a reaccionar frente a la crisis de 1992-1993 y a la más grave de 2008-2013 con una fuerte apuesta por la internacionalización. Nuestra industria es ahora más eficiente y se halla más preparada para el reto competitivo global. Durante la última crisis, las exportaciones españolas, y particularmente las catalanas, han mostrado una evolución muy favorable.
Sorprendentemente, las dos potencias que más han apostado por la economía global a lo largo de los siglos XIX y XX han decidido, en el 2016, votar por levantar muros migratorios y barreras arancelarias. La observación de algún dato macroeconómico, con frecuencia olvidado, puede aportarnos claves de comprensión. Gran Bretaña lleva muchos años acumulando fuertes desequilibrios en su balanza exterior. En estos momentos, es la más deficitaria en términos relativos de entre las economías avanzadas, con un -5,4% en el 2016.
El atractivo de la City como plaza financiera y el boom inmobiliario de Londres, junto con la independencia económica que proporciona la libra esterlina, le han permitido sortear la tozuda realidad de una economía desindustrializada que no proporciona trabajo de calidad a sus clases medias empobrecidas. Algo parecido pasa con la economía norteamericana con el mayor déficit exterior del mundo aunque, en términos relativos, más llevadero que el británico, sostenido en este caso por la vitalidad de las empresas tecnológicas y la confianza en el dólar.
Frente a ellos, la deprimida eurozona ha ido haciendo dolorosamente los deberes siguiendo la receta ya ensayada por Alemania desde su unificación. Los países integrados en el sistema monetario europeo tienen en su conjunto el mayor superávit exterior del mundo, por encima de China. Por supuesto, aupado por la fortaleza de la economía alemana. Pero también países como Italia o España han logrado corregir su balanza exterior que, en el caso de la nuestra, venía de un dramático -10% del año 2007. Curiosamente, la única de las grandes economías de la zona euro que sigue teniendo una balanza exterior negativa es Francia, justo el país donde más riesgo existe de un cambio político en clave xenófoba.
Es cierto que las políticas de austeridad preconizadas por Alemania provocan desajustes que deben ser corregidos, pero la competencia que nos viene de los países emergentes no debe ser combatida con demagogia, sino con eficiencia, y en eso tal vez Europa no esté tan mal.