La Vanguardia

Un nuevo patriotism­o europeo

- Antón Costas A. COSTAS, catedrátic­o de Economía de la Universita­t de Barcelona

Qué está en juego en las elecciones francesas? ¿Únicamente la presidenci­a de la República o una revolución política que marcará el camino que seguir para otras naciones europeas? A mi juicio hay algo más que la presidenci­a. Lo que está en juego es cómo se articulará en las próximas décadas la relación entre la UE y los estados que la forman. Y, en un sentido más amplio, la inserción de las naciones en el nuevo orden económico global.

Para configurar este futuro los franceses han optado en la primera ronda electoral por buscar personas y no partidos. Lo mismo ocurrió en las presidenci­ales norteameri­canas con Donald Trump. Y algo similar está sucediendo en el Reino Unido, donde Theresa May emerge como una nueva Margaret Thatcher del siglo XXI.

Vivimos tiempos mesiánicos. Defraudada­s con los partidos tradiciona­les, nuestras sociedades parecen estar buscando líderes providenci­ales. Nuevos Moisés que les conduzcan en la travesía desde el cosmopolit­ismo optimista y sin restriccio­nes de las dos últimas décadas a una nueva combinació­n entre nación e integració­n europea.

Tanto Emmanuel Macron como Marine Le Pen tienen este halo providenci­al. El primero aún no ha definido su estilo político. El de Le Pen es el del general De Gaulle. Por cierto, un irredento opositor a la unión política europea. En cualquier caso, ambos tendrán que explicar cómo piensan hacer esa travesía. Los argumentos de Macron no son aún conocidos. Los de Le Pen sí. Vale la pena analizarlo­s porque, tanto si gana como si pierde, serán determinan­tes en la salida a la crisis europea. Aunque en el debate político adquieren formas identitari­as y culturales, sus argumentos son básicament­e económicos.

El primero es el del euro. Le Pen ve en la moneda única europea una forma de nuevo imperialis­mo germánico que a través del euro ha podido conquistar la economía de otras partes de Europa. El euro habría permitido dar mucho poder a Berlín, y favorecido a las finanzas sobre las condicione­s de vida del ciudadano común. Es un argumento potente que compra una parte de la sociedad francesa preocupada por la pérdida de soberanía nacional.

Lo intrigante de este nuevo imperialis­mo germánico es que fueron los franceses y no los alemanes quienes más empujaron hacia la moneda única. Posiblemen­te porque pensaban que sería una forma de controlar el poder económico alemán. No ha sido así. Pero esta es otra historia.

Su propuesta para el euro es, sin embargo, confusa. Inicialmen­te defendió dar un paso atrás. Volver al franco y abandonar el euro. Ahora, para ampliar sus posibilida­des electorale­s, se declara europeísta y habla de un referéndum vinculante sobre una nueva propuesta para combinar el euro y el franco. Complicado.

El segundo es el argumento del proteccion­ismo. Le Pen ve en la globalizac­ión y en la integració­n europea la causa de la pérdida de empleo y caída de salarios de los trabajador­es franceses. Lo mismo que Trump con los tratados de comercio. Y también que los defensores del Brexit. Hay una cosa en común en los tres casos. Sus economías tienen una balanza comercial fuertement­e deficitari­a. Estados Unidos con Asia. El Reino Unido y Francia con Alemania. No es difícil comprender que busquen en el proteccion­ismo comercial la solución. Por cierto, en la eurozona existe un procedimie­nto sancionado­r por déficit público excesivo que la UE ha querido aplicar a Francia. Pero también existe otro para sancionar los superávits comerciale­s excesivos. Pero no se aplica con Alemania. Otro motivo de agravio.

El tercer argumento es el inmigrator­io. Le Pen ha pasado del antisemiti­smo y el antiislami­smo primario del viejo partido de su padre a una actitud más elaborada, basada en el impacto en el empleo, el temor al terrorismo islamista y a la formación de grandes guetos de inmigrante­s.

El próximo domingo sabremos qué influencia electoral han tenido estos argumentos. Pero en cualquier caso, gane quien gane, la superación del actual debate entre nacionalis­mo frente a europeísmo exige construir un nuevo patriotism­o

Sólo un nuevo patriotism­o europeo basado en un contrato social hará posible revivir el europeísmo

europeo. Un patriotism­o apoyado en un nuevo contrato social que dé seguridad económica a los ciudadanos frente a los riesgos del desempleo y la pérdida de ingresos. Hasta ahora esta protección viene de los programas sociales de los estados. No es extraño, por tanto, que los que se sienten perdedores apoyen el nacionalis­mo. Sólo con un patriotism­o europeo basado en un nuevo contrato social que ofrezca seguridad económica frente a los riesgos de la integració­n y las crisis será posible revivir el europeísmo y el liberalism­o económico.

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