La Vanguardia

De Nauru a Barcelona

Quince países en todo el mundo gravan las bebidas azucaradas

- ALBERT MOLINS

Desde que Irlanda introdujo un impuesto para las bebidas azucaradas en 1916 y Dinamarca lo hizo en los años treinta del siglo pasado, otros países han seguido su ejemplo y en la actualidad hay 15 países en todo el mundo que gravan este tipo de bebidas, incluidos Samoa, Fiji y Nauru, que presentan algunos de los mayores índices de obesidad del mundo.

De todas formas, no conviene olvidar que Dinamarca retiró ese mismo impuesto en enero del año 2014, por considerar­lo totalmente inútil, y que Irlanda lo había hecho en 1992. El país escandinav­o tiene varias experienci­as en los llamados impuestos saludables. En el 2011, también estableció un impuesto especial para las grasas saturadas, pero como los daneses iban a la vecina Alemania a comprar mantequill­a y queso más baratos, la norma también acabó derogada. Quizás es que fueron demasiado timoratos.

Y es que la OMS recomienda que, para que sea realmente efectivo, el impuesto tiene que ser del 20%, pero sólo Sudáfrica cumple con esta recomendac­ión. Según un informe de la Fundación Robert Wood Johnson, al igual que pasó con los impuestos sobre el tabaco, “no se espera que estos tengan un efecto directo sobre la reducción de la obesidad, pero sí que doten a los gobiernos de más recursos para poner en marcha proyectos que sí contribuya­n a reducirla”.

Por ejemplo, en el Reino Unido, último país en adoptar este tipo de impuesto, que entrará en vigor en abril del 2018, de momento parece que la tasa tendrá dos tramos en función de la cantidad de azúcar: 21 céntimos de euro para bebidas con 5 a 8 gramos de azúcar por cada 100 mililitros, y 28 céntimos para las que superen los 8 gramos. La idea no es tanto desincenti­var el consumo como convencer a a los productore­s para que rebajen el contenido de azúcar de sus bebidas. Además, el Gobierno ya ha anunciado que los 520 millones de libras esterlinas que se espera recaudar al año se usarán para impulsar el deporte escolar y financiar clubs de desayuno en 1.600 escuelas de Reino Unido, entre otras medidas.

Por el contrario, en México, que fue el primer país gran consumidor de refrescos que estableció este impuesto en el 2014 –un 10%–, sus autoridade­s sanitarias sí establecen una relación directa entre la tasa y el descenso de la obesidad. Según el IPSN mexicano, el consumo de este tipo de bebidas se ha reducido un 12%, y se espera que haya “una reducción de la obesidad en cinco años de entre el 7% y el 18% entre las personas que consumen más de 400 ml de bebidas azucaradas al día”.

Francia también grava los refrescos desde el 2012 –con el mismo impuesto que el alcohol–, y además ha puesto coto a ciertas prácticas de algunas cadenas de comida rápida. En enero de este año, aprobó una ley que prohíbe la distribuci­ón ilimitada de bebidas azucaradas en restaurant­es y centros educativos, lo que incluye los comedores escolares. En la práctica, lo que se prohíbe es el rellenado sin límite de los vasos de refresco –por un precio fijo o un suplemento simbólico–, que algunos negocios del sector de la restauraci­ón usan como estrategia comercial para captar clientes.

Muchos gobiernos usan lo recaudado para proyectos de salud pública

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TORU YAMANAKA / AFP Un empleado reabastece una máquina de vending en Tokio

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