“Compartir las competencias en educación con Madrid es un lastre”
La consellera señala que Catalunya, si pudiera, convocaría plazas exigiendo inglés a los profesores
El modelo de educación de Catalunya avanzaría aún más, situándose en niveles de países europeos punteros, si Catalunya tuviera competencias plenas y no tuviera el “lastre” normativo español, afirmó ayer la consellera de Ensenyament, Meritxell Ruiz, que presentó ayer las líneas generales del estado de la educación catalana ante los agentes sociales, empresariales, escuelas públicas y concertadas, así como representantes de la universidad durante la conferencia coloquio Barcelona Tribuna, organizada por la Societat Econòmica Barcelonesa d’Amics del País, la Asociación Española de Directivos y
en el hotel Palace. “La Lomce, además de ir en contra de nuestro modelo –subrayó–, tiene un planteamiento pedagógico del todo erróneo y caduco”, diametralmente opuesto a las directivas europeas, que son las que sirven de guía para el Govern. “En estos momentos, es un lastre importante tener competencias educativas compartidas con el Estado español porque sus planteamientos no van alineados con las recomendaciones europeas, y mientras Europa requiere trabajar las competencias básicas como hacemos en Catalunya, Madrid nos recurre el decreto, por ejemplo”. También destacó la autonomía de centros.
La consellera admitió que el nuevo “pacto para la educación” propuesto por el ministerio carece de elementos de peso sobre la mesa. “Escuchar, escuchan, eso sí”. Y añadió que mantiene una relación cordial con el ministro de Educación, Íñigo Méndez de Vigo. Sin embargo, Ruiz lamentó que, además del desgaste de energía y recursos que supone recurrir constantemente las medidas del Gobierno que invaden las competencias catalanas, el Govern no es libre, por ejemplo, de convocar plazas para profesores. “Y cuando se convocan se hace con un real decreto del año 96 para contratar profesionales del siglo XXI”, apuntó. “Nos gustaría hacer nuestras propias oposiciones, en las que
podamos introducir criterios de inglés, competencias básicas, y no podemos porque no tenemos competencias”, indicó. Su conferencia, Equitat i excel·lència: el binomi educatiu de progrés a Catalunya, defendió el “buen sistema educativo” con cifras como las aportadas por la OCDE en el informe PISA que evaluó a los estudiantes catalanes al nivel de países como Bélgica, Noruega, Dinamarca o Francia en competencias lectoras, matemáticas y científicas. O el recorte de la tasa de abandono, que se ha reducido 15 puntos en ocho años, situándose en 16,8%, cerca del objetivo marcado por Europa. O el aumento del número de graduados en ESO y en formación profesional, con 30.000 plazas más.
Todo ello se ha conseguido, según dijo, gracias a la estabilidad de la ley de Educación de Catalunya (LEC) votada con el consenso parlamentario, a diferencia de la Lomce. Admitió, sin embargo, que la Administración nunca ha podido asumir el 100% de la financiación de todo el sistema educativo como pide la LEC.
La consellera se centró en dos aspectos clave de esta legislatura: la calidad docente y la formación profesional (FP), “que lleva años estigmatizada, cuando es una gran herramienta que nos debe hacer progresar”, con una inserción laboral altísima, de un 70% en FP dual a los nueve meses de haber acabado los estudios.
Respecto al primer objetivo, la calidad docente, enfatizó la necesidad de atraer alumnos excelentes a estudios de magisterio y mejorar la formación inicial del maestro, así como, más importante, la continuada. Esta última debe ir vinculada a las necesidades del proyecto del centro fijadas por la dirección. “La calidad docente es más determinante en el éxito educativo que las ratios de profesor alumno en el aula”, según indican algunos estudios. No obstante, Ruiz descartó publicar de forma inmediata el decreto de evaluación de profesores como anunció al inicio de la legislatura.
En cuanto a la propuesta del Consell Escolar sobre la ampliación de estudios obligatorios de P2 a 18 años, no vinculante, se mostró partidaria de ayudar a las familias desfavorecidas con hijos de dos años. “Pero estoy más interesada en la educación de 15 a 18 años”.