La Vanguardia

¿Francia, peor que EE.UU.?

- Miquel Puig

El hecho de que Marine Le Pen haya pasado a la segunda vuelta de las presidenci­ales francesas ha hecho que nuestros medios de comunicaci­ón, a fin de explicar el fenómeno, hayan puesto de relieve las miserias de la economía francesa, una economía que a menudo caracteriz­amos como poco dinámica y competitiv­a. Los mismos franceses, muy dados a la introspecc­ión melancólic­a, tienden a verse de esa manera.

Para explicar estas carencias es frecuente hablar de la conflictiv­idad sindical, de la facilidad con que las masas colapsan la vía pública, del peso del sector público (más del 50% del PIB) y, finalmente, de la presencia de la empresa pública en sectores clave. El candidato Fillon proponía un adelgazami­ento enérgico del sector público, y Macron, aunque menos concreto, se refleja en los modelos anglosajon­es.

No pretendo cuestionar si Francia necesita o no una reforma como la que Alemania adoptó hace un par de décadas en materia de relaciones laborales (la Agenda 2010) o una dieta que adelgace su sector público. Lo que sí pretendo es poner en cuestión el juicio negativo que tendemos a hacer de la economía francesa.

Para ello, nada mejor que compararla con la estadounid­ense, que goza de un enorme prestigio entre nuestros economista­s (la mayor parte de los cuales se han formado o en EE.UU. o con publicacio­nes editadas en ese país).

A primera vista, la economía estadounid­ense es mejor que la francesa: el PIB per cápita es muy superior (casi un 50% medido en dólares y un 35% en paridad de poder de compra) y el PIB crece más rápidament­e (en los últimos treinta años se ha multiplica­do por 2,1, frente a 1,7 del PIB francés). EE.UU. parece, pues, más próspero y más dinámico.

Ahora bien, en los últimos diez años el déficit público de EE.UU. ha sido, de media, un 6,7% de su PIB, mientras que el francés ha sido del 4,4%. En los últimos veinte y treinta años Francia ha tenido, en promedio, superávit exterior, algo que EE.UU. prácticame­nte no sabe lo que es. Es decir, el dinamismo estadounid­ense está mucho más sustentado en la deuda que el francés, y sabemos que este dopaje es insostenib­le.

Pero el factor crucial para cuestionar la superiorid­ad norteameri­cana es cómo se benefician la mayoría de los estadounid­enses y los franceses del dinamismo de sus respectiva­s economías. Si eliminamos el 10% con mayores ingresos, el nivel de vida de los franceses es igual que el de los norteameri­canos si lo medimos en dólares y un 16% superior si lo hacemos en términos de poder de compra. Es verdad que el PIB estadounid­ense crece más rápidament­e que el francés, pero no para el 90% de la población: en los últimos treinta años, el PIB per cápita (de este colectivo) ha aumentado más rápidament­e en Francia (donde se ha multiplica­do por 1,5) que en EE.UU. (donde sólo lo ha hecho por 1,2).

No me parece tan claro que la economía francesa sea inferior a la norteameri­cana. Excepto para los más ricos, claro.

El PIB de EE.UU. crece con más rapidez que el francés, pero de ello sólo se beneficia el 10% con mayores ingresos

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