¿Francia, peor que EE.UU.?
El hecho de que Marine Le Pen haya pasado a la segunda vuelta de las presidenciales francesas ha hecho que nuestros medios de comunicación, a fin de explicar el fenómeno, hayan puesto de relieve las miserias de la economía francesa, una economía que a menudo caracterizamos como poco dinámica y competitiva. Los mismos franceses, muy dados a la introspección melancólica, tienden a verse de esa manera.
Para explicar estas carencias es frecuente hablar de la conflictividad sindical, de la facilidad con que las masas colapsan la vía pública, del peso del sector público (más del 50% del PIB) y, finalmente, de la presencia de la empresa pública en sectores clave. El candidato Fillon proponía un adelgazamiento enérgico del sector público, y Macron, aunque menos concreto, se refleja en los modelos anglosajones.
No pretendo cuestionar si Francia necesita o no una reforma como la que Alemania adoptó hace un par de décadas en materia de relaciones laborales (la Agenda 2010) o una dieta que adelgace su sector público. Lo que sí pretendo es poner en cuestión el juicio negativo que tendemos a hacer de la economía francesa.
Para ello, nada mejor que compararla con la estadounidense, que goza de un enorme prestigio entre nuestros economistas (la mayor parte de los cuales se han formado o en EE.UU. o con publicaciones editadas en ese país).
A primera vista, la economía estadounidense es mejor que la francesa: el PIB per cápita es muy superior (casi un 50% medido en dólares y un 35% en paridad de poder de compra) y el PIB crece más rápidamente (en los últimos treinta años se ha multiplicado por 2,1, frente a 1,7 del PIB francés). EE.UU. parece, pues, más próspero y más dinámico.
Ahora bien, en los últimos diez años el déficit público de EE.UU. ha sido, de media, un 6,7% de su PIB, mientras que el francés ha sido del 4,4%. En los últimos veinte y treinta años Francia ha tenido, en promedio, superávit exterior, algo que EE.UU. prácticamente no sabe lo que es. Es decir, el dinamismo estadounidense está mucho más sustentado en la deuda que el francés, y sabemos que este dopaje es insostenible.
Pero el factor crucial para cuestionar la superioridad norteamericana es cómo se benefician la mayoría de los estadounidenses y los franceses del dinamismo de sus respectivas economías. Si eliminamos el 10% con mayores ingresos, el nivel de vida de los franceses es igual que el de los norteamericanos si lo medimos en dólares y un 16% superior si lo hacemos en términos de poder de compra. Es verdad que el PIB estadounidense crece más rápidamente que el francés, pero no para el 90% de la población: en los últimos treinta años, el PIB per cápita (de este colectivo) ha aumentado más rápidamente en Francia (donde se ha multiplicado por 1,5) que en EE.UU. (donde sólo lo ha hecho por 1,2).
No me parece tan claro que la economía francesa sea inferior a la norteamericana. Excepto para los más ricos, claro.
El PIB de EE.UU. crece con más rapidez que el francés, pero de ello sólo se beneficia el 10% con mayores ingresos