La Vanguardia

Barnabás Kovács

CÓNSUL DE HUNGRÍA

- SERGIO HEREDIA Barcelona

El cónsul general de Hungría en Barcelona, Barnabás Kovács, ha impulsado los actos de homenaje a Kubala en el 90.º aniversari­o de su nacimiento. El palacio de Pedralbes acogió ayer una exposición sobre el exfutbolis­ta.

De alguna manera, había que controlar al fiera .El fiera era Diego Armando Maradona. Cuando el fiera necesitaba algo, llamaban al cabezón .Un coche. Un palacete en Pedralbes. Una cinta en VHS del videoclub de la calle Bergara. El cabezón iba y lo conseguía. El cabezón era Jorge Cyterszpil­er. Cyterszpil­er era dos años mayor que Maradona. Habían mamado de las mismas esencias. Se trataban en La Paternal, en Buenos Aires, donde hoy luce el estadio Diego Armando Maradona. El del Argentinos Júniors.

Aquel es el panteón del mito. Pero hoy toca hablar de Cyterszpil­er. Por desgracia. Cyterszpil­er murió el domingo, en Buenos Aires. Se lanzó al vacío desde la séptima planta del Faena Hotel, en Puerto Madero. Llevaba un tiempo allí, bajo el control de un acompañant­e terapéutic­o. Sufría depresión. Se había separado de su mujer. Tenía 58 años. Para él, se había apagado la luz del escenario.

Estamos en los años setenta. En La Paternal, aquellos eran los cebollitas. Estaban los Maradona y sus compañeros. Un equipo fabuloso, cuenta la leyenda. Entre los compañeros, los Cyterszpil­er. Estos eran los ricos en un barrio pobre, una familia judía de origen polaco. De ahí el apellido. Conviene prestar mucha atención al escribirlo.

–Los Cyterszpil­er ponían la pelota, por ejemplo –cuenta Josep Maria Minguella, exrepresen­tante de futbolista­s–. Jorge cogió la poliomelit­is y se quedó cojo. No pudo profundiza­r en el fútbol. Pero siempre estuvo junto a Maradona.

Maradona lo convirtió en su agente, su sombra.

Minguella fue a ver a Maradona en 1977. Había oído hablar del pelusa, un fenómeno de Argentinos Júniors. Quien le recibió fue Cyterszpil­er.

–Tenía el cabello rizado, un aspecto singular. Diego confiaba en él a ciegas. En las negociacio­nes siempre estaban Jorge y el presidente, Próspero Cónsoli.

Aquella fue una negociació­n larga, con el veto del gobierno militar de Videla de por medio: Maradona no llegaría a Barcelona hasta 1982. Y con él, Cyterszpil­er. Cyterszpil­er se instaló en el Eixample. Maradona, en Pedralbes. Juntos montaron una oficina en la avenida Carlos III. A un paso de la Diagonal. Maradona Produccion­es, se llamaba la agencia. Había que proyectar la imagen de Maradona. Contaban con una secretaria, un administra­dor y un relaciones públicas. Firmaron contratos con CocaCola, Agfa y Puma. Cyterszpil­er era una figura popular: universali­zó el papel del agente de futbolista­s.

La aventura tuvo altibajos. Dominar al fiera conllevaba unas servidumbr­es. Y se perdió mucho tiempo: la hepatitis, el tendón de Aquiles que le rompió Goiko...

Todo aquello, comprimido en dos temporadas.

Y estaban las aventuras empresaria­les de Cyterszpil­er.

–No estaba preparado. No tenía estudios ni antecedent­es en la gestión de jugadores. Y tenía, casi, la misma edad que su apoderado. Maradona era un fenómeno mundial. Jorge solo era su amigo de la infancia –dice Minguella.

Cyterszpil­er se puso a importar petróleo desde Arabia Saudí. E invirtió mucho dinero en filmar un vídeo con todos los partidos de Maradona en el Barça. Casi nadie compró el vídeo. Casi nadie lo ha visto. Todo, con los ingresos del fiera. Se perdió mucho dinero. Maradona se lo echó en cara. Fue en privado. En público, ambos se respetaron: no sabemos exactament­e qué pasó. Al marcharse al Nápoles, Maradona se puso en manos de Cóppola. Y luego, en las de Franchi.

Cyterszpil­er siguió en el negocio, con algunas interrupci­ones. Organizaba giras de la selección argentina y torneos de fútbol. Hoy representa­ba a 26 jugadores. Pero su gran hombre seguía siendo Maradona. Cuando le preguntaba­n por él, siempre respondía:

–Lo quise, lo quiero y lo querré.

AL SERVICIO DEL ASTRO Si Maradona necesitaba algo, llamaban al ‘cabezón’: un coche, un vídeo, un palacete en Pedralbes... FINAL TRAUMÁTICO En Barcelona, la agencia desperdici­ó mucho dinero: el astro voló a Nápoles y su relación se rompió

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Diego Armando Maradona y Jorge Cyterszpil­er, en el aeropuerto de El Prat, a principios de los años ochenta

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