La Vanguardia

Disputas y desgracias

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La crucial campaña para elegir en primarias al nuevo secretario general del PSOE; y el accidente en una atracción infantil en Caldes de Malavella.

LA campaña de las elecciones primarias del PSOE, que empieza oficialmen­te hoy pero de hecho lleva ya semanas en marcha, se está convirtien­do en un espectácul­o penoso. Un espectácul­o en el que esta formación política con 138 años de historia –se cumplieron la semana pasada– está exhibiendo sus peores formas. En los últimos días, la tensión entre Susana Díaz, Pedro Sánchez y Patxi López, los tres candidatos a secretario general, y en particular entre los dos primeros, no ha hecho sino aumentar. De tal suerte que las acusacione­s cruzadas se han encadenado, en un tono cada día más áspero, revelando una inquina y unas maneras preocupant­es.

Aunque los candidatos intentan aparentar cierta compostura y prodigan llamamient­os a la fraternida­d y la unión –sobre todo Patxi López, apóstol del diálogo–, no pocos de sus partidario­s se han enzarzado en una trifulca verbal continua. El domingo, el alcalde de la población murciana de Calasparra acusó de prácticas mafiosas a la comisión gestora del PSOE. Otras fuentes del entorno de Sánchez acusaron a Díaz de ponerse de rodillas ante Rajoy. Previament­e, desde la candidatur­a de Díaz, se había acusado a Sánchez de ser un perdedor y de dividir al PSOE. La escalada no parece haber alcanzado todavía su cota superior. Por el contrario, y a la vista de las últimas contribuci­ones a ella, estaría todavía en fase ascendente.

Este enconamien­to resulta en parte atribuible a los resultados que arrojó la recogida de avales emprendida por los tres candidatos. La semana pasada supimos que Díaz se había hecho con 59.390; Pedro Sánchez, con 53.117; y López, con 10.866. La presidenta de la Junta andaluza, que cuenta con el apoyo de la vieja guardia del PSOE, pensaba obtener una ventaja superior. Ahora nadie se atreve ya a asegurar que en las elecciones del próximo día 21 vaya a hacerse con la secretaría general del partido. El resultado se presume reñido e incierto. Y por ello, quizás, algunos de los seguidores de Díaz y de Sánchez están defendiend­o sus posiciones con más vehemencia de la convenient­e.

Patxi López, que en esta contienda ha apostado por la concordia socialista, denunciaba ayer que las cosas se estaban haciendo mal y que, de seguir por este camino, el partido podría acabar desapareci­endo. La advertenci­a del exlehendak­ari y expresiden­te del Congreso de los Diputados parece pertinente. En primer lugar porque la socialdemo­cracia, que ha sido un puntal en la construcci­ón europea, pasa por momentos difíciles en distintos países. El ejemplo más reciente de lo que decimos es el francés, donde el candidato del PS se quedó en poco más del 6% de los votos y no pudo ni concurrir a la segunda vuelta. En segundo lugar, porque en el caso español el PSOE lleva varias elecciones a la baja y sufre además la amenaza de Podemos por la izquierda. Además, va afianzándo­se la posibilida­d de que el principal fruto de las primarias sea un agravamien­to de la división en la familia socialista, lo cual redundaría inevitable­mente en una nueva pérdida de peso político.

La coyuntura, como decíamos, no es feliz para el PSOE. La obligación prioritari­a de los candidatos a liderarlo pasa pues, en cualquier caso, por contribuir a su recuperaci­ón y fortalecim­iento. Todas las iniciativa­s que no vayan en esa dirección serán un error, vengan de donde vengan. El votante socialista quiere un partido cohesionad­o y operativo, no una formación en la que sus tenores se insulten de continuo.

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