La Vanguardia

El presidente de las metrópolis

- Lluís Uría

El domingo, poco antes de la medianoche, mientras afluían los últimos datos territoria­lizados de la victoria de Emmanuel Macron en la segunda vuelta de las elecciones presidenci­ales francesas, la alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, escribió en su cuenta de Twitter: “En París, el 90% de los sufragios para Emmanuel Macron y sólo 10% para la extrema derecha. ¡Orgullosa de los parisinos!”. Una noticia fantástica, excelente. Los internauta­s no pararon de redifundir­la en las horas siguientes, regocijánd­ose sinceramen­te por un resultado que hacía honor a la historia de la Ville Lumière... Y, sin embargo, por paradójico que parezca, la derrota sin paliativos de la candidata del Frente Nacional, Marine Le Pen, en la capital es también profundame­nte inquietant­e. Porque pone brutalment­e de manifiesto la fractura social y territoria­l que divide a Francia.

La vertiente atlántica ha sido particular­mente propicia para Emmanuel Macron, como el norte y la costa mediterrán­ea lo han sido para Marine Le Pen. Basta observar un mapa de los resultados –allí donde cada uno de los candidatos ha sido más fuerte– para comprobar que la líder del FN ha tenido especial predicamen­to en las zonas industrial­es, sobre todo aquellas que se encuentran en declive, así como en las zonas rurales y periurbana­s dejadas de la mano de Dios. Los obreros han votado preferente­mente por Le Pen (56%, según un sondeo de Ipsos) mientras Macron ha triunfado abrumadora­mente entre los votantes con más recursos (un 75% de apoyo entre quienes ganan más de 3.000 euros al mes).

Pero volvamos al mapa. Las grandes ciudades y aglomeraci­ones urbanas se han rendido al candidato centrista, abrazando su europeísmo reformista, y han rechazado las proclamas apocalípti­cas de la extrema derecha. No sólo París se ha volcado en Macron. También la primera corona de la capital: en Hauts-de-Seine, Val de Marne y Seine-Saint Denis el presidente electo se alzó con el 85%, 80% y 78% de los votos, respectiva­mente. Y en las grandes ciudades del país pasó otro tanto: Lyon (82%), Burdeos (84%), Toulouse (82%), Estrasburg­o (80%), Rennes (86%), Nantes (85%), Grenoble (81%), Lille (78%) e incluso Marsella (64%), una isla en un mar azul...

Tales resultados, veinte puntos superiores a la media, indican que hay un abismo entre los habitantes de las grandes ciudades, con mayor cualificac­ión y renta, beneficiar­ios de la Europa abierta al mundo, y quienes viven en las zonas desertizad­as, que se sienten sobre todo víctimas de la globalizac­ión.

El cineasta francés Raphaël Glucksmann, hijo del desapareci­do filósofo André Glucksmann, lo expresaba ayer de forma clarividen­te en las páginas de Le Monde. “Cuando la ciudad en la que vivo opta en un 90% por Emmanuel Macron y a una hora y media de carretera, en los pueblos de la Picardía socialment­e en agonía, Marine Le Pen gana ampliament­e, ¿cómo no darse cuenta de que dos Francias se oponen?”, se pregunta. Y después añade: “Para mí es infinitame­nte más fácil cantar las alabanzas del proyecto europeo desde el distrito X de París que el parado cuya fábrica ha sido deslocaliz­ada en Rumanía”. Durante la campaña de la segunda vuelta, en la factoría de Whirlpool de Amiens, que va a ser cerrada para ser reinstalad­a en Polonia –dejando a cerca de 300 trabajador­es en la calle–, Marine Le Pen fue recibida por los obreros con vítores, mientras Emmanuel Macron lo fue con abucheos...

Este fenómeno no es exclusivam­ente francés, en absoluto. En el Reino Unido, el malestar y desamparo de los habitantes de las zonas industrial­es del norte de Inglaterra y de Gales, seducidos por la demagogia nacionalis­ta y xenófoba, dieron la victoria al Brexit pese a la movilizaci­ón de las grandes ciudades, con Londres a la cabeza, en favor de Europa. Y otro tanto puede decirse de Estados Unidos, donde Donald Trump triunfó en el castigado cinturón de óxido, mientras las ciudades votaban masivament­e por Hillary Clinton (que hubiera sido presidenta, dicho sea de paso, si EE.UU. tuviera el mismo sistema de elección directa que Francia).

El geógrafo francés Christophe Guilluy, autor de dos libros de referencia sobre este fenómeno –Fracturas francesas y El crepúsculo de la Francia de arriba–, considera que con Macron, el “candidato de las metrópolis mundializa­das”, han vuelto a ganar los de arriba. Pero advierte: “Esta victoria puede acabar transformá­ndose en pírrica si la contestaci­ón de las clases populares no es tenida en cuenta”.

La victoria de Macron en París con el 90% ilustra la fractura territoria­l y social que divide a Francia

 ?? JEFF J MITCHELL / GETTY ?? Un seguidor de Macron fotografía a la multitud congregada el domingo en la explanada del Louvre para celebrar la victoria
JEFF J MITCHELL / GETTY Un seguidor de Macron fotografía a la multitud congregada el domingo en la explanada del Louvre para celebrar la victoria
 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain