La Vanguardia

“No me gustaba, ahora lo veo todo recogido”

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Laura, 27 años, se ha hecho una labioplast­ia. “Me lo veía feo. Un labio más grande que otro, esa piel colgando que no servía para nada”.

La depilación del pubis le reveló esa realidad que no le gustaba. “No me depilo totalmente, dejo una línea de vello, por las infeccione­s”. Pero asegura que ese labio demasiado grande le resulta desagradab­le de siempre. “Si montas en bici, te molesta; pero verlo en la ducha, también. Te lo ves antiestéti­co. No, nunca nadie me había dicho nada sobre su aspecto. Tampoco tenía una idea concreta de cómo debía ser. Sólo quería dejar de ver esa piel colgando”.

Esa desigualda­d en los labios menores de su vulva ha quedado corregida: “La doctora te aconseja por dónde recortar y con un espejito te muestra el trozo, marcado con un boli, que te quitará. Al principio te lo ves inflamado. Te lo hacen con

“Nadie me había dicho nada sobre su aspecto; sólo quería dejar de ver esa piel colgando”

anestesia local. Durante la primera semana escuece, pica. Por los puntos. Trabajo sentada y durante una semana fue molesto, notabas el corte de los dos labios de arriba abajo. Al mes ya tuve relaciones sexuales sin ningún problema”.

La madre de una amiga sabía que se podía hacer este tipo de operacione­s y le pasó el teléfono de un ginecólogo. Y llamó. “Pero no se lo he explicado a nadie, ni conozco a nadie que se lo haya hecho. Mira, una operación de nariz se ve. Esto, no, así que no has de contarlo a nadie. No me he planteado retocar la nariz, quizá perdiera personalid­ad. Tampoco el pecho. Tengo poco, pero me dan tanto miedo los problemas que pueden aparecer. Hay buenos sujetadore­s”.

¿Caro? “No tanto. Estoy contenta. No me sentía a gusto. Ahora lo veo todo recogido”.

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