La democracia, en la UVI
Pensadores internacionales debaten en un libro colectivo cómo reconducir un sistema en crisis
Los europeístas vivieron hasta el domingo por la noche con la respiración contenida. Las encuestas de las elecciones presidenciales francesas parecían tranquilizadoras, con una mayoría aplastante que quería frenar el paso a la extrema derecha, pero los pronósticos erróneos del Brexit y de la elección de Trump añadían ansiedad. Un triunfo de Le Pen hubiera sido insoportable para la UE. El pánico, el terror perpetuo, y sus efectos es uno de los principales elementos analizados en el libro La gran regressió. Un debat sobre el repte de reconduir la democràcia que publica en catalán Empúries, y en castellano, con otro título de semántica distinta, El gran retroceso, Seix-Barral. Colaboran Santiago Alba Rico, Arjun Appadurai, Donatella della Porta, Nancy Fraser, Marina Garcés, Eva Illouz, Bruno Latour, Panjak Mishra, César Rendueles, Robert Misik y Slavov Zizek. Incluye uno de los últimos textos de Zygmunt Bauman,
Paul Mason llama a erradicar el sistema bancario en la sombra o forzar a las corporaciones a aceptar sus deberes sociales. Pankaj Mishra, a olvidar la religión de la tecnología y el PIB, el cálculo del interés personal formulado en el siglo XIX. Arjun Appudurai (profesor de la Universidad de Nueva York) cree que cuando “una minoría deja de pertenecer al nosotros, se produce la violencia etnocida”. ¿Qué tienen en común Trump, Putin, Erdogan, la India de Modi, Orban en Hungría, Duda en Polonia y los candidatos de extrema derecha a gobernar Francia, Austria y otros países de la Unión Europea?. Según Appudurai, todos ellos reconocen que son rehenes de inversores extranjeros, acuerdos globales, finanzas transnacionales, mano de obra y capital móvil y prometen la purificación cultural nacional como ruta hacia el poder político global. “Todos están en buenas relaciones con el capitalismo neoliberal, todos buscan traducir el poder blando en poder duro. Y ninguno de ellos tiene la mínima reserva a la hora de reprimir minorías y disidentes, de ahogar la libertad de expresión o de utilizar la ley para estrangular a los oponentes”. Algunos de estos rasgos pueden observarse en otros gobiernos.
La ensayista opina que el dilema entre Macron y le Pen “ha sido una falsa elección, pues son dos caras del mismo mundo. La enfermedad y la angustia. La reacción y lo que crea la reacción”, es decir, que las políticas de los que apoyan a Macron son las que han creado el descontento galvanizado por Le Pen. Las cifras de abstención y votos nulos y en blanco constatan que la crisis de representación política ha entrado en fase crítica.
El sentimiento de fatiga y descrédito del funcionamiento de la democracia actual es otro elemento común en los textos del libro. Bauman propone como antídoto un proverbio chino: los que se interesen por el año que viene que siembren grano. A los que les preocupan los próximos diez años, que siembren árboles, y a los que dan importancia a los próximos cien años, que eduquen a la gente. Los últimos premios Nobel de Economía, Elinor Sostrom y Jean Tirole, llevan años probando la viabilidad y los beneficios del bien común y el valor social del trabajo.
Marina Garcés cree que la única solución es una democracia radical (radical: raíz). Según la pensadora, “nos han acostumbrado a creer que hagamos lo que hagamos esto no tiene remedio. O apocalipsis o salvación, y la gente cuyo voto capta la extrema derecha elige la salvación que le ofrecen sus candidatos”. Los ensayistas del libro abren tres vías, según Garcés. Una: “Esto es lo que tenemos y estamos a la puerta del abismo”. Dos: “Hemos perdido el rumbo y hay que renovar el proyecto e iniciar nuevos caminos (Zizek, Rendueles...). Y tres (ella y Bauman): la que pide “favorecer un profundo cambio de conciencia, radicalizar la conciencia crítica que haga posible una vida vivible y digna”.
La filósofa, que ha teorizado sobre la condición póstuma de una civilización que muere, habla de una tecnoutopía que vislumbra un futuro en el que el ser humano será incapaz de resolver sus dilemas y delegará las decisiones en la inteligencia artificial, un mundo en el que se procesan datos e información, no reflexiones, y en el que no se pueden experimentar ideas como libertad.
Garcés dice que el capitalismo actual condena a los atribulados ciudadanos a participar en un crimen: nos impulsa a seguir un modo de vida que lleva a la extinción, y al mismo tiempo, nos convierte en víctimas de lo que provocamos. “Hasta hace unos años, había un responsable de apretar el botón rojo. Hoy somos todos”.
Marina Garcés: “Hasta hace unos años había un responsable de apretar el botón rojo; hoy somos todos”