La Vanguardia

Fouchet 2.0

- Josep Maria Ganyet

Cada vez más los actores políticos utilizan los medios sociales como fuente de informació­n y herramient­a de influencia en la opinión pública. Trump lo definió a la perfección cuando dijo de Twitter que era como tener tu propio diario pero sin las pérdidas. Y vistos los resultados puede hablar con conocimien­to de causa; el papel que en otras elecciones habían tenido los periódicos en influir en los votantes lo asumieron los medios sociales en estas últimas, Twitter y Facebook principalm­ente.

Actores políticos y votantes utilizan los medios sociales del mismo modo: informarse y expresarse. Para una tercera parte de la humanidad los medios sociales no son unos sitios web en la red, sino varios momentos en su día. Momentos de noticias, vídeos de gatitos, memes, artículos de computació­n cuántica, propaganda o directamen­te desinforma­ción que influyen en sus decisiones.

Y como somos lo que compartimo­s en las redes sociales, los actores políticos se fijan en lo que en ellas vertemos. Son conocidos por reiterados los últimos fracasos de las proyeccion­es electorale­s basadas en los métodos de pregunta directa. En las últimas presidenci­ales en EE.UU. las encuestas daban ganadora a Hillary, en las legislativ­as españolas Podemos hacía el sorpasso y el Brexit perdía en el Reino Unido.

Desde las últimas presidenci­ales estadounid­enses sabemos que hay algoritmos que recogen lo que vertemos a los medios sociales y las búsquedas en Google, aplican inteligenc­ia artificial para sacarle el sentido y aciertan el resultado. El más famoso es MogIA, que predijo la victoria de Trump tras predecir su victoria en las primarias y la de las tres presidenci­ales anteriores. La conclusión es que nos es más fácil mentir al responder una pregunta concreta que durante un año de publicació­n continuada en la red. Somos como somos y no como decimos que somos.

Estos mecanismos han funcionado también en las últimas elecciones presidenci­ales francesas junto a las encuestas a medida, los trending topics hinchados por los partidos, las redes de bots de difusión de rumores (rusas también) y la difusión de informació­n más fácil de compartir que de verificar. Pero ha habido una novedad: la guerra de algoritmos de inteligenc­ia artificial.

En las dos rondas de las presidenci­ales francesas incontable­s algoritmos han analizado los datos masivos de los medios sociales, y han dado la victoria a uno u otro candidato según la tendencia política del algoritmo. La inteligenc­ia artificial de derechas daba la victoria contra todo pronóstico a Le Pen, mientras que los algoritmos rivales certificab­an la tendencia de las encuestas y daban la victoria a Macron.

La enésima demostraci­ón de que los algoritmos no son neutrales, que también tienen ideología, y que con la difusión en los medios sociales de sus prediccion­es y con su influencia en los momentos de voto en cierto modo la inteligenc­ia artificial también ha votado.

Como se ha visto en las presidenci­ales francesas, los algoritmos también tienen ideología

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