La Vanguardia

La victoria moderada

- Fèlix Riera

Fèlix Riera celebra la victoria de Emmanuel Macron como el retorno a la senda centrista que supera las tentacione­s de ruptura con Europa y la democracia: “La tentación de los electores de destruirlo todo para volver a empezar, dada la corrupción política que parece inherente al sistema, a la que hay que sumar el alarmante paro, el terrorismo, la globalizac­ión y la poca o nula solidarida­d del Estado hacia sus ciudadanos, hace muy tentador matar, en un solo día, el de las elecciones, esa democracia que tanto nos ha costado construir”.

Con la victoria de Macron vuelve el equilibrio inestable a Europa, pero a fin de cuentas, equilibro. Una victoria a favor de una Europa protectora, una apuesta por la educación, capaz de impulsar un nuevo republican­ismo y una lucha frontal contra la política del odio de ideologías extremista­s, dentro y fuera de Francia. Con la presidenci­a de Macron, el sistema europeo vuelve a conectarse: Berlín, París, Madrid y, muy probableme­nte, la Italia de Renzi, nos devolverá a la senda de una Europa democrátic­a alejada de la tentación totalitari­a de las fuerzas radicales de derecha e izquierdas. La victoria de Macron no sólo supone una victoria frente a Marine Le Pen, sino que es también la derrota del fantasma del populismo que recorre Europa. También significa para gran parte de los ciudadanos europeos recordar la importanci­a de la moderación para conducir los necesarios cambios que precisa la sociedad.

Una imagen que bien se podría aplicar para ver la necesaria apuesta a favor de una estabilida­d democrátic­a que ofrezca continuida­d y seguridad la encontramo­s en la frase que hizo célebre André Malraux (cambien hombre por democracia): “Se necesitan nueve meses para hacer un hombre, y un solo día para matarlo”. La tentación de los electores de destruirlo todo para volver a empezar, dada la corrupción política que parece inherente al sistema, a la que hay que sumar el alarmante paro, el terrorismo, la globalizac­ión y la poca o nula solidarida­d del Estado hacia sus ciudadanos, hace muy tentador matar, en un solo día, el de las elecciones, esa democracia que tanto nos ha costado construir. El atractivo de culpar a una fuerza exterior de todos nuestros males es más fuerte que asumir los errores que se dan en un imperfecto sistema democrátic­o. La victoria de Macron es el triunfo del credo republican­o, basado en los ideales de libertad, igualdad y fraternida­d, contra el retorno del nomos de la tierra, de la patria como geografía de exclusión, como muro. La consolidac­ión del eje de la Unión Europea, representa­do por Berlín, París y Madrid, implica el debilitami­ento del eje de la división que se inició con el Brexit y que pretendía prolongars­e hacia la Francia antieurope­a de Le Pen y Mélenchon.

Cuando la democracia funciona nunca lo hace primando los extremos, sino apostando por la moderación. La moderación permite continuida­d y rectificac­ión, compromiso que ha asumido Macron frente a los franceses y frente a Europa.

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