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El nuevo colapso en el control de pasaportes del aeropuerto de El Prat, y la derrota del SPD alemán en las últimas elecciones regionales.
LA socialdemocracia alemana parece haber entrado en barrena, como la mayoría de sus correligionarios europeos. La clara derrota el pasado domingo del SPD en el estado de Renania del Norte-Westfalia a manos del partido de Angela Merkel, la CDU, es muy significativa. Hasta anteayer este land, el más poblado del país y que produce el 22% de su riqueza, ha sido un tradicional feudo del socialismo alemán; esta es la tercera derrota del partido en pocas semanas, después de las de Sarre y SchleswigHolstein; y, además, es el estado donde nació Martin Schulz, el líder socialdemócrata que se enfrentará a Merkel en las legislativas del próximo 24 de octubre.
Inmediatamente después de que el expresidente del Parlamento Europeo fuera designado líder del SPD, el pasado enero, se dio por inaugurado el llamado efecto
Schulz por el que el partido coaligado con la CDU de Angela Merkel empezó a subir en las encuestas hasta superar a los democristianos. El prestigio político de este librero de Würselen, una localidad vecina de Aquisgrán, le hizo emerger políticamente con expectativas de hacer frente a la todopoderosa canciller alemana. Pero el efecto se ha disuelto como un azucarillo cuando llegaron las tres citadas elecciones, aunque la del pasado domingo es especialmente dolorosa para Schulz por cuanto es la circunscripción por la que se presentará a las legislativas.
La socialdemocracia ya no está únicamente en crisis, sino que parece estar abocada a un abismo, situación de la que no escaparía ni siquiera el poderoso SPD, una de las columnas tradicionales del país y bandera del socialismo moderado europeo, partido fundado en 1863 por Ferdinand Lassalle y en el que han militado desde Rosa Luxemburgo hasta Willy Brandt. Ese desconcierto político general, provocado por la falta de respuestas a la crisis que genera la globalización, afecta principalmente a los jóvenes, que no encuentran respuesta a sus problemas, y se acentúa cada día que pasa con el consiguiente alejamiento del electorado hacia otras posiciones, a veces populistas. También en la Alemania del siglo XXI, el país que mejor ha resistido los embates de la crisis.
Martin Schulz no logra revertir la situación de decadencia de su partido, como se esperaba cuando fue elegido su secretario general por el 100% de los votos. Una derrota contundente del SPD en las elecciones del otoño próximo puede resultar fatal para un movimiento político central en la Europa del siglo XXI y en la construcción de la sociedad más avanzada en derechos sociales de la historia: el Estado de bienestar.