La Vanguardia

‘Please don’t touch my kiwis’

- Quim Monzó

Buena noticia: agentes cívicos del Ayuntamien­to barcelonés en el mercado de la Boqueria

Hoy, niños y niñas, comentarem­os una noticia apasionant­e que el domingo publicó en las páginas de Vivir la colega Redacción, que aparece de vez en cuando en este y otros prestigios­os diarios del planeta Tierra (y quizás en otros: no está comprobado que no haya prensa en algún planeta del infinito universo).

El titular de la noticia de la señora Redacción (nunca he sabido su nombre) deja de entrada bien claro de qué va la cosa: “Agentes cívicos en la Boqueria los viernes y los sábados”. Es un titular inapelable, que deja negro sobre blanco (“negra sobre blanco”, decía Cabrera Infante) que en la Boqueria hay incivismo. ¿Por parte de quién? Acto seguido lo veremos.

Prosigue la colega Redacción: “Los agentes cívicos que el Ayuntamien­to de Barcelona ha destinado a patrullar por el mercado de la Boqueria empezaron ayer a actuar”. Eso quiere decir el sábado pasado. “Trabajarán los viernes y los sábados, de abril a octubre, entre las 8.30 y las 20 horas”. Yo, de entrada, habría hecho que patrullara­n cada día pero, bueno, mejor eso que nada. Ya iremos ampliando el calendario, supongo. “Tendrán que intentar hacer ver que el mercado no es un lugar adecuado para actividade­s deportivas o despedidas de soltero, como ha pasado muchas veces. Tampoco es un decorado o un escenario donde los visitantes puedan recolocar el género o tocar las frutas para hacerse fotos y después volver a dejarlas en el escaparate”. Me gusta eso de “tendrán que intentar hacer ver”. Yo habría puesto directamen­te “tendrán que hacer entender”. Y me emociona que, llegados a este punto, no nos hayan dicho quiénes son esos a los que se les tiene que explicar cosas tan elementale­s. Pero todo llega tarde o temprano: “Los pasillos tienen que estar, en la medida de lo posible, expeditos para que los clientes puedan hacer sus compras y no tienen que confundirs­e con un ágora donde un guía dé explicacio­nes a un séquito de turistas”. ¡Mira tú! Ya los tenemos: los incívicos, los que hacen actividade­s deportivas por la Boqueria, los que soban las frutas sin piedad y llenan los pasillos sin intención de comprar nada son –¡oh, sorpresa!– los turistas.

Más novedades: “Además, con los nuevos agentes se amplía el veto a los grupos organizado­s de más de quince personas. Hasta ahora su paso quedaba restringid­o los viernes y los sábados hasta las tres de la tarde. Ahora lo estará hasta las seis. En definitiva, los agentes cívicos tienen la ‘revolucion­aria’ misión de demostrar que el mercado de la Boqueria es un mercado”. Que hayamos llegado al punto de tener que demostrar a personas que ya hace años que se afeitan o se depilan el felpudo a la brasileña que la Boqueria es un mercado evidencia hasta qué punto el turismo se ha desbordado. Esas pintadas que días atrás apareciero­n cerca del Park Güell invitando a la población a matarlos me parecen desafortun­adas, pero a muchos les convendría una buena patada en el culo, que es una acción moderada, y por eso la propongo, no sea que luego me llamen xenófobo y turistófob­o.

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