La Vanguardia

Marketing brasileño

- Santi Nolla

Debe de ser por Pelé. Y por Garrincha. Por los cinco campeonato­s del mundo conquistad­os. O por aquel partido perdido en Sarrià en el Mundial82 ante Italia. Los jugadores brasileños siempre tienen mercado y una cierta aureola mágica. El perfil ha ido variando con el paso de los tiempos. De los delanteros espectacul­ares a los defensas sólidos, pero antes y ahora siguen teniendo un buen marketing. Marlon Santos da Silva, 21 años, es el último brasileño en jugar en el FC Barcelona. Actuó bien en Las Palmas como central supliendo a Mascherano, lesionado. Todo el mundo apunta hoy que tiene futuro. Brasil no sólo da magos del regate como Neymar, sino que también se ha especializ­ado en defensas. En el mundo del fútbol siempre había circulado la teoría de que los brasileños eran muy buenos defensas porque delante tenían a los mejores delanteros del mundo. Pero eso era antes.

Brasil ganó tres campeonato­s del mundo mágicos: Suecia, 1958; Chile, 1962, y México, 1970. Coincidió con la irrupción de Pelé, con 17 años y su consolidac­ión como estrella global. El Brasil del 70 acabó por ser un icono del buen fútbol. Pero los brasileños tardaron 24 años en volver a ganar una Copa del Mundo. Hasta 1994, en EE.UU., con Romário al frente. Brasil abandonó el juego preciosist­a que entusiasmó en el 82 y fabricó un equipo europeo, con jugadores que actuaban en las grandes ligas de Europa. Del regate se pasó a la intensidad, del ataque a la defensa, del arte al equilibrio, de la magia a la efectivida­d. Ocho años más tarde, un equipazo con el fenómeno Ronaldo, Rivaldo

Brasil mantiene la magia de sus futbolista­s, pero Uruguay coloca a más en la élite por porcentaje de población

y un principian­te Ronaldinho volvió a ganar.

Romário, Ronaldo, Rivaldo, Ronaldinho, Neymar pasaron por el Barça. Y también Rochemback y Geovanni, fichajes fracasados, como Keirrisson y Henrique o Douglas. Segurament­e Brasil es el país que tiene más jugadores actuando en el mundo, aunque el más efectivo en el mercado de la élite debe ser Uruguay, porcentual­mente, ya que la población uruguaya es de 3,4 millones y la de Brasil supera los 200 millones. Hay más donde elegir, pero los uruguayos (dobles campeones del mundo en 1930 y 1950) llevan el fútbol en la sangre y salen muy buenos jugadores en menor cantidad para la elección.

El futbolista brasileño es nómada por naturaleza. Ya lo es en su propio país, gigantesco, en el que los jugadores fichan por varios equipos, de punta a punta. Históricam­ente han tenido mejor marketing que cualquiera. Se lo ganaron. Desde Pelé, llevar el 10 en la camiseta de Brasil siempre ha pesado el doble. Uruguay no tiene tanto marketing, pero sí mucho fútbol. También del bueno.

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