Al gusto de la derecha
Cerca de la mitad de los ministros han pasado por la empresa o la actividad privada
El Gobierno Macron se ha ganado las simpatías de la derecha al dejar en manos de políticos de tendencia conservadora los ministerios responsables de los asuntos económicos.
No hay un solo nombre, con la excepción del ecologista Hulot, que suscite recelo
El nuevo Gobierno transversal del presidente Emmanuel Macron ha tenido una excelente acogida en medios de la derecha francesa. No de la derecha política, el partido Los Republicanos, que este Gobierno quiere fracturar y debilitar manifiestamente de cara a las legislativas de junio, sino de la derecha sistémica, que es la que determina las cosas.
“Macron marcha hacia la derecha”, titulaba ayer el diario conservador Le Figaro, que fue el apoyo más incondicional del candidato de Los Republicanos, François Fillon, durante la campaña presidencial. “Cerca de la mitad de los ministros han pasado por el mundo de la empresa o ejercido una actividad privada”, señala el diario, que enumera algunas de esas empresas: la nuclear Areva, Danone, la empresa de transportes de París, el imperio editorial Acte Sud, pero omite al grupo Dassault, propietario de Le Figaro. “Allí donde el anterior presidente buscaba acuerdos a la izquierda, su sucesor parece haber hecho una clara elección (…) Macron va por la buena vía”, se felicita el diario.
Con dos sarkozystas al frente de Economía y de Presupuestos, Bruno Le Maire y Gérald Darmanin, todo el bloque económico ha quedado en manos de la derecha, precisamente cuando Los Republicanos querían centrar su campaña electoral en la necesidad de un fuerte voto a su partido en las legislativas para asegurar el frente económico y evitar las medias tintas achacadas a Hollande. El propio primer ministro, Édouard Philippe, un exlobbista de la nuclear Areva, viene de Los Republicanos (Philippe, Le Maire y Darmanin han sido expulsados del partido por sumarse al Gobierno), y en Educación, Trabajo, Sanidad y Cultura, los nombramientos de Jean-Michel Blanquer, Muriel Penicaud, Agnès Buzyn y Françoise Nyssen, han sido acogidos con gran satisfacción.
Blanquer sonaba como ministro de Educación de Fillon y ha sido uno de los principales creadores del programa de educación de la derecha. Penicaud fue directora general de Business France, organismo encargado de atraer inversiones y vender empresas francesas en el extranjero. Buzyn mantiene excelentes relaciones con el sector farmacéutico y ha criticado ciertos escrúpulos al respecto. La editora Nyssen es valorada como dirigente de un importante negocio editorial. Por lo demás, con socialistas como Jean-Ives Le Drian (ex Defensa con Hollande, ahora Exteriores, que declinó ofertas ministeriales de Sarkozy), Francia ha conquistado el récord europeo de exportación de armas y ha colocado su ejército en nueve teatros de operaciones (30.000 hombres). Nunca la industria armamentística nacional –y en primer lugar el grupo Dassault– había hecho tanto dinero.
El paso de Le Drian a la cartera de Europa y Asuntos Exteriores es muy coherente con el proyecto de impulsar la “defensa europea”. En manos de la centrista Sylvie Goulard, la defensa se inserta en esa misma perspectiva, pues Goulard es una rodada experta en asuntos europeos, fue consejera de Romano Prodi, estuvo muy próxima del primer ministro italiano Mario Monti, habla un alemán fluido y aboga por el incremento del presupuesto de defensa.
Ante este panorama, la derecha política queda desarmada, sin apenas argumentos para reivindicarse en las legislativas con la idea de empujar hacia la línea correcta al Gobierno Macron-Philippe. En cambio la derecha sistémica, que es la que apadrinó desde el principio al nuevo presidente, está encantada con el resultado.
“Le deseamos éxito en la tarea de la recuperación y la modernización de nuestro país”, ha dicho el presidente de la gran patronal, Pierre Gataz: “Es una buena noticia y espero que podamos avanzar rápidamente para aplicar las reformas indispensables”.