Susto mortal en Times Square
Un conductor bebido mata a una joven y hiere a otros 22 peatones en el centro de Nueva York
Richard Rojas provocó un susto de muerte en Manhattan. “Panicados, todos
estaban panicados”. Así se expresó ayer a primera hora de la tarde una empleada hispana del Sephora de Times Square que no quiso decir nada más.
Hacía poco que Rojas, de 26 años, veterano de la Navy y al parecer con tragos de más, había transitado al volante de un Honda por la acera frente a esa tienda.
Recorrió en dirección contraria al sentido del tráfico un trayecto de tres calles, de la 42 a la 45, donde se empotró en un pilón. Dejó una víctima mortal –una joven de 18 años–, 22 heridos y la sensación cada vez más cotidiana del miedo.
La memoria de Francia, Reino Unido o Alemania se hizo presente en uno de los puntos más densificados del planeta, a la hora en que coinciden los turistas y los lugareños que trabajan por la zona y que, entonces, salían a a comer.
“La gente se ha metido corriendo en nuestro establecimiento, buscaban refugio, desesperados”, señaló Dhariana, otra empleada del emporio de los cosméticos.
“Una mujer lloraba desconsolada, había visto cómo una de las personas saltó por el aire al paso del vehículo”, añadió. Terció otro testigo: “Circulaba muy rápido y daba la impresión de que buscaba golpear al máximo número de personas”. Apostilló Dhariana: “Los paseantes iban saltando a los lados, horrible”.
La trabajadora no escondió que sintió temor: “Aquí puede pasar de todo, es el centro de Nueva York, repleto de visitantes, y si quieren hacer daño, es el lugar para lograr repercusión global como pasó con las Torres Gemelas”. En el ambiente se escucharon recordatorios del intento de furgoneta bomba del 2010.
El alcalde, Bill de Blasio, acudió a la zona y aseguró que, a partir de la información disponible, “no existe indicación alguna de que se trate de un acto terrorista”.El presunto autor, del Bronx, bajó por la Séptima Avenida y, de súbito, hizo un giro en la calle 42. Parte del trayecto lo realizó sobre dos ruedas. Una vez que el Honda se paró por la barricada, Rojas salió corriendo. Su huida resultó frustrada porque algunos testigos entraron en acción y lo derribaron. “Simplemente, los ciudadanos han reaccionado”, comentó
El detenido, Richard Rojas, de 26 años y veterano de la Navy, fue frenado en su huida por los ciudadanos
Melvin –“llámame Melo”–, al que el incidente le cogió repartiendo folletos de descuento para asistir al Ripley’s, el museo de artefactos “raros”. –¿Tuviste miedo? –No oí ni tiros ni bombas, así que no. Sólo tiemblo con el pum, pum, y el boom.
El detenido reaccionó muy airado cuando la policía se dispuso a esposarlo. Rojas cuenta con dos arrestos previos por conducir bajo los efectos del alcohol y le habían retirado la licencia. Le practicaron pruebas para determinar una posible ingesta de alcohol o sustancias. Los investigadores pensaron que había conducido con graves dificultades de visión por esa circunstancia.
A pesar de que la policía no cree que el sospechoso tenga vinculaciones terroristas, hubo un gran despliegue. Se cortó la zona hasta la calle 48 y el equipo de artificieros se desplazó al lugar para certificar que el coche no cargaba artefactos. También se dispuso protección en diversos puntos de interés de la ciudad.
“Nunca sobra la abundancia de precauciones”, dijo De Blasio.
En ese momento, pese a la visibilidad del acordonamiento, de los uniformes, de los patrulleros y sus coches o de las bandadas de turistas un tanto despistados, la calma se había empezado a recuperar. Sin embargo, había empleados de oficinas a los que no se permitía regresar al trabajo.
Uno de los curiosos respondía por Sandro Feliz. “¡Un buen apellido para un día como hoy!”, exclamó este vecino de Manhattan, a la espera de que los agentes le permitieran pasar para volver a su ocupación como informático. “No me ha venido a la cabeza que fuera un ataque”.
Muy cerca, Patricia Murphy, una mujer de cierta edad y residente en Nueva Jersey, sacó a relucir esa calma que da la veteranía. “Aunque esto es Nueva York y por supuesto que estamos expuestos a un atentado, no podemos estar pendientes siempre de eso”. Sus dos amiga asintieron.
“No pienso automáticamente en el atentado, esto ha sido un estúpido borracho”, añadió Murphy. Pero expertos, como Eugene O’Donell, incidieron en el recorrido para apuntar que Rojas “actuó con un propósito”.
La prueba de que no parecía lo peor se veía al final del cordón policial, en la calle 48. Una joven coreana posó para la foto con un agente a su lado. El uniformado le puso a ella su gorra.