Los radicales amenazan la reelección de Rohani
El voto rural podría decantar la elección en favor de Raisi
La gestión económica y la corrupción son las críticas que se lanzan contra el actual jefe del Ejecutivo
Sobre el papel, el presidente iraní, Hasan Rohani, debería ser reelegido en las elecciones presidenciales de hoy, tal como ha sucedido con el resto de sus antecesores en la República Islámica, que siempre han gobernado dos periodos. Al fin y al cabo, logró sacar adelante el acuerdo nuclear con las grandes potencias a cambio de levantamientos de sanciones, su principal promesa cuatro años atrás. Se suma que ha logrado estabilizar la economía, que caía en picado como consecuencia de las sanciones económicas y de un mal manejo del gobierno de su antecesor, Mahmud Ahmadineyad. Pero a pesar de que los sondeos lo dan como ganador frente al candidato opositor, Ibrahim Raisi, la certeza de una victoria está lejos de ser realidad.
Los ataques que le han hecho sus opositores durante las semanas preelectorales –enfocados en la supuesta corrupción de su Gobierno y la falta de gestión en materia económica–; el discurso populista de Raisi, que dirigió la campaña hacia los más pobres; el malestar de la población por la falta de mejoras en la economía del día a día, y el gran poder que tienen aquellos enemigos que buscan derrotarlo ponen en entredicho el resultado de hoy.
Si bien se cree que el presidente tiene gran apoyo en algunas grandes ciudades, es incierto qué puede pasar en las urbes más pequeñas o zonas rurales donde los problemas económicos, sumados a la escasez de agua y la destrucción del medio ambiente, pueden llevar a la población a votar por Raisi, un clérigo radical que ha prometido, entre otras cosas, aumentar los subsidios a la población y hacer mayor uso de los recursos naturales de Irán para mejorar la calidad de vida de sus habitantes.
La amenaza de no ser reelegido es tan real que el mismo Rohani ha lanzado una campaña entre sus seguidores para que convenzan a once personas más de votar. “Sabe que para ganar necesita una alta participación, pues también sabe que tiene muchos enemigos que no quieren verlo reelegido”, aseguró en una entrevista con este diario Mustafa Tajzadeh, uno de los líderes del reformismo. Y es que esta campaña presidencial, en la que están enfrentadas dos visiones opuestas de Irán, deja en evidencia la complejidad del sistema de la República Islámica y la lucha de fuerzas que hay en su interior.
En Irán se conoce bien los desacuerdos del Gobierno actual con el poderoso sistema judicial, al cual pertenece Raisi y que es una de las instituciones más radicales del país, y un sector de los guardias revolucionarios, que se han visto amenazados por Rohani, que ha tratado de reducir la participación de esta organización militar en el sector económico, bancario e industrial del país. A esto se suma el líder supremo, Ali Jamenei, con sus mensajes ambiguos.
“El líder dice que el Gobierno no previno una guerra, sino la participación de la gente en las elecciones”, explica el analista Hermidas Boband, que como muchos otros analistas en Irán piensa que las acciones diplomáticas del Gobierno de Rohani, y especialmente la firma del acuerdo nuclear, alejaron al país de la posibilidad de terminar en un conflicto. Muchos como él celebran que Irán ha dejado de ser tratado como el país paria de hace cuatro años.
“Estas elecciones también son acerca de la transferencia de poder en el futuro. Y por eso se han enfocado tanto en los modelos económicos que se buscan para el futuro de Irán”, explica Amir Mohebian, un analista principalista, nombre con el que se conoce a los conservadores.