La Vanguardia

Ya no sé quién eres

- Clara Sanchis Mira

Me topo por la calle con una persona conocida. Me alegro de verla, y nos damos un pequeño abrazo. Hace mucho que no nos vemos. Tanto que, para ser sincera, no sé exactament­e quién es. Pero lo cierto es que me gusta verla. Sonreímos. Conozco bien sus ojos, sus gestos tiernos, las inflexione­s de su voz, la forma de sus dedos. Su olor. La cercanía que siento hacia ella es palpable. Mi cuerpo lo nota. Pero mi mente es mucho más imprecisa y liante. ¿Cómo estás?, nos decimos, mientras mi cabeza busca veloz un recuerdo al que agarrarse. Es urgente situarla. ¿Y qué tal te va todo?, digo, ganando tiempo, con la esperanza de que suelte pronto una palabra clave, algo que me aclare quién es. Dónde nos conocimos. Qué pasó entre nosotras. Si aquello que compartimo­s fue un trabajo o una cena, o incluso una amistad. Porque la cercanía que siento entre su piel y la mía no deja lugar a dudas. Le tengo cariño. Me pregunto cómo mi memoria craneal puede haber borrado de su agenda abarrotada los datos específico­s de esta identifica­ción, mientras la memoria de mi afecto permanece intacta. Mi cuerpo sabe de mí mucho más que yo. ¿Entonces estás bien?, digo, intimando indagatori­a. De maravilla, dice, con esa parquedad optimista suya que conozco al dedillo. ¿Y el trabajo?, digo. Tirando, como siempre.

Repaso un sinfín de escenarios posibles, a ver si se me enciende una luz. Rebusco veloz en mis archivos de imágenes si su rostro encaja en la piscina de mi antiguo barrio, en las reuniones de vecinos de algún alquiler, en aquellas clases de danza del vientre o de preparació­n al parto, en los rincones de alguno de mis trabajos temporales, en el vagón de tren de un viaje accidentad­o. Pero nada. ¿Y cómo están los demás?, me arriesgo a decir para ampliar el espectro, a ver si suelta un nombre con el que tirar del hilo. Ahí siguen, dice. ¿Y los tuyos?, pregunta, con un ligero titubeo. Y es entonces cuando caigo en la cuenta de que es probable que a ella le esté pasando lo mismo que a mí. La conozco, y noto cierta inquietud en su mirada. No sabe quién soy. ¿Te acuerdas?, digo algo mosca. Sí, dice ella, me acuerdo. Y nos congelamos en un silencio de apariencia nostálgica, que las dos sabemos que sólo es un fundido en negro monumental.

Pienso si invitarla a tomar algo, y no cejar hasta desvelar el misterio. Dilucido si confesarle la verdad, pero es demasiado tarde. Me asusto ante la posibilida­d de que lo cierto sea que no nos hemos visto en la vida, hasta hoy, y se trate todo de un malentendi­do borroso a la par que concordant­e. Pero ya nos estamos despidiend­o, y mi cuerpo nota a la perfección un cariño real y latente cuando nos acariciamo­s las manos para decirnos adiós. Me alejo calle arriba, con la evidencia de que tengo tantas cosas en la cabeza, que se me escapa lo más importante.

Me asusto ante la posibilida­d de que lo cierto sea que no nos hemos visto en la vida, hasta hoy

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain