Vida a ‘Primera muerte’
Imma Prieto rescata en el COAC el primer videoarte hecho en España
Afinales de los años sesenta, la pareja formada por los artistas Silvia Gubern y Jordí Gali se fue a vivir a una torre de la calle Clarassó, en la urbanización El Maduixer de Barcelona, a la que poco después se sumarían los también artistas Àngel Jové y Antoni Llena, que acababa de colgar los hábitos de monje capuchino. Eran jóvenes y radicales, con unos planteamientos estéticos revolucionarios al margen de la herencia informalista de Tàpies o los principios conceptuales del Grup de Treball, que pusieron sus vidas el centro mismo de su arte.
El Maduixer, más que un grupo como los bautizó Cirici Pellicer en una crítica publicada en Serra d’Or, fue una experiencia de vida compartida. De inquietudes intelectuales y sensibilidades comunes. Cuando en 1969 el Col·legi d’Arquitectes de Catalunya (COAC) les invitó a dar a una conferencia para explicar su trabajo, ellos decidieron presentar en su lugar un vídeo, Primera muerte, que constaba de dos partes muy diferenciadas. En la primera muestran escenas cotidianas, aparentemente anodinas, de su vida en una habitación totalmente negra, con una sola ventana por la que veían amanecer. La segunda la grabaron directamente en el COAC, mientras el público ascendía por las escaleras, de tal manera que los asistentes se veían a sí mismos en la pantalla al entrar en la sala.
Seguramente sin saberlo, acababan de realizar el primer trabajo de videoarte de España, una obra “visionaria”, en palabras de la comisaria y crítica de arte Imma Prieto, que tras su exhibición en el Reina Sofía se había dado por perdida durante treinta años hasta que en el 2010 ella misma la encontró en los archivos de TV3. Posteriormente la adquirió el Macba, cuyos equipos restauraron el audio (la voz en off de Àngel Jové y William Burroughs a partir de fragmentos de El almuerzo desnudo, que habían introducido clandestinamente debajo de un jersey en España franquista) y ahora la cinta vuelve a proyectarse en el COAC (hasta el 27 de mayo) dentro de una pequeña exposición que forma parte de la programación del festival Loop.
“Aparentemente en el vídeo no pasa nada, pero en realidad pasa de todo: las escenas cotidianas están impregnadas de un erotismo muy masculinizado, jugaban a la libertad sexual total, y eso provocaba muchas tensiones y confusiones entre ellos”, señala Imma Prieto, que firma un documental, Eco de Primera Muerte (2017), que indaga en las muchas capas de lectura que tiene el vídeo a través de las voces de sus protagonistas. “Era una festival fálico. Para mí, era dejar jugar a los niños con sus penes”, le dice Silvia Gubern a la directora, y en otro momento le confesará que la visión de la cinta le provoca ahora “tristeza, confusión y desgarro”. “Había momentos terribles, pero en la noche se olvidaba todo”, recuerda por su parte Jordi Galí, que habla de aquella experiencia como de una manera de “meter el erotismo dentro de la vida cotidiana sin escrúpulos”.
Eco de Primera Muerte, realizado gracias a la audacia y el tesón –también financiero– de Prieto, se presentó el pasado día 11 en un único pase en el COAC y es la primera parte de una futura trilogía.
La obra de Silvia Gubern, Jordi Galí, Antoni Llena y Àngel Jové estuvo perdida durante treinta años