Una película limpia
No sé decir adiós Dirección: Lino Escalera Intérpretes: Juan Diego, Nathalie Poza, Lola Dueñas, Pau Durà Producción: España, 2017. Duración: 96 minutos. Drama
Esta es una obra disuasoria si nos atenemos a su materia temática: el retrato de un viejo enfermo terminal y las relaciones que mantiene con sus dos hijas, la que se quedó con él en el pueblo asumiendo su fracaso vital y la que se lanzó a comerse el mundo en Barcelona y triunfar como ejecutiva, a la postre doblemente fracasada en su vacío interior; vamos, dos estereotipos que, como mandan los cánones, en un momento dado se intercambiarán reproches.
Felizmente, Lino Escalera se acerca a esta historia sin el tremendismo ni las dosis de gases lacrimógenos habituales en estos casos. Los gestos y los pequeños detalles fluyen de una manera muy natural, los perfiles son vivos, el dolor se expresa sin énfasis y con economía expositiva. No sé
decir adiós es como una página arrancada de la vida cotidiana de unos seres comunes y proyectada sobre el rectángulo de la pantalla sin pasar por maquillaje. Una película admirablemente limpia. La interpretación es soberbia: Nathalie Poza y Lola Dueñas están magníficas, pero el papel de oro se lo lleva Juan Diego sin sobreactuar, simplemente siendo él mismo, hablando o susurrando con naturalidad. O callando: ¡qué pocos actores expresan tanto sin decir nada! La escena de la cena, con la Dueñas hablando por los codos y Diego estallando del hartazgo, es memorable. Y con un gin-tonic en sus manos, en el bar o en el bingo, Diego es Dios. /