La Vanguardia

Evacuacion­es olímpicas

- Margarita Puig

Lo peor es lo de los baños. El primer día es un susto, el segundo sigue siendo un horror, pero ya no corta tanto, y al tercero sólo piensas en volver a casa cada vez que te ves en la obligación de hacer tus cosas. En Japón los inodoros son tan tecnológic­os que para un turista algo tan simple como hacer sus necesidade­s es sencillame­nte agotador. No pueden ser más tecnológic­os: tienen asientos con calefacció­n, bidets automático­s incorporad­os, conectivid­ad wifi, papel higiénico diferencia­do para limpiar la pantalla del teléfono móvil y música estimulant­e (rollo cascada de agua para activar las ganas para quien no las tenga todas) que complican de forma infinita la vida al usuario desentrena­do en plena evacuación. Y de repente, la cadena se dispara sola. Cuando menos te lo esperas. Pasa en los hoteles y en los restaurant­es exclusivos, pero ¡también en los baños públicos! No se libra ni el más pobre.

He estado durante toda una semana en Kioto visitando los mejores templos, invitada a un desfile único (el que Louis Vuitton organizó sobre un puente colgante en las montañas de Shigaraki ) y descubrien­do los lugares más secretos de la ciudad, incluido el distrito de las geishas que la marca del Monogram cerró para ratificar su condición todopodero­sa. Y a pesar de tanto lujo (asiático) nunca había tenido más ganas de volver a casa. Soñaba con reconforta­rme con el rugido del agua cuando tiro de la cadena, ensordecer con la música chillona de taxis sin tapetes y sin marchas (con las ideas de Colau el parque móvil de Kioto quedaría despoblado) y,

De cara a Tokio 2020, Japón ha comenzado a introducir un código de señalizaci­ón para facilitar el uso de sus inodoros

aunque no me guste la fruta,ver de cerca una manzana o un plátano de verdad (y no hecho un mochi), además de beber leche normal. Ni de sésamo, ni vaporizada. Sólo leche... y poder mezclarla con café auténtico para olvidar los subidones del té Matcha, que, tal como explican con orgullo los japoneses, tiene un efecto “paulatino y estable, nada que ver con lo que la cafeína pueda hacer por ti...”. A lo que iba, la experienci­a brutal de Kioto me ha dejado algo harta de tanta reverencia y ávida de la aspereza típica de los caracteres más latinos.

Pero sobre todo me ha confirmado la necesidad de decirle a alguien (¿pero a quién?) que tendrán que ponerse las pilas para los Juegos en Tokio del 2020. Las rarezas de la capital, todavía más bestias que en Kioto (e incluso más de lo visto en Lost in traslation), no van a ser fáciles ni para los atletas. He investigad­o, claro. Y por el momento ya han comenzado a hacer algo: la Cámara Industrial de Cuartos de Baño del país del Sol Naciente está introducie­ndo su código de señalizaci­ón “universal” de iconos. Son ocho símbolos disponible­s en la botonera del costado del inodoro. Significan: flush pequeño de agua; flush grande, tapa abierta/cerrada, tapa arriba/abajo, stop, chorro de agua posterior, bidet y secador. Así cualquiera...

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