Trump alardeó ante los rusos del despido del jefe del FBI
La crisis añade emoción al primer viaje del presidente de EE.UU. al extranjero
La incontinencia verbal está jugando malas pasadas a Donald Trump. Ayer trascendió que en su encuentro el pasado 10 de mayo con el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov, y con el embajador Serguéi Kislyak, el presidente de Estados Unidos se jactó de haber destituido al jefe del FBI, James Comey, por su empeño en la investigación del Rusiagate y que se quedó aliviado después de hacerlo.
“Acabo de despedir al jefe del FBI. Estaba loco. Me enfrenté a una gran presión a causa de Rusia y ahora eso bajará. Yo no estoy siendo investigado”, dijo Trump a los diplomáticos rusos en el despacho oval. La versión surge de una transcripción de la conversación leída por un funcionario a un reportero de The New York Times.
La revelación añade más leña al fuego del debate sobre una posible obstrucción a la justicia por parte del presidente de Estados Unidos que podría conducir a un impeachment, máxime cuando el portavoz de la Casa Blanca, Sean Spicer, no ha negado las palabras de Trump. Simplemente se ha limitado a interpretarlas de distinta forma: “Por la grandilocuencia y la politización de la investigación sobre las acciones de Rusia, James Comey crea una presión innecesaria en nuestra capacidad de participar y negociar con Rusia”, dijo Spicer, que añadió: “La investigación habría continuaTras do igual (...) Una vez más, la verdadera historia es que nuestra seguridad nacional ha sido socavada por la filtración de conversaciones privadas y de alto secreto”. Hay que recordar que la Casa Blanca argumentó que la destitución de Comey se debía a lo mal que había gestionado la investigación de Hillary Clinton por el escándalo de los e-mails.
La crisis política coincide con el primer viaje al extranjero del presidente Trump. El personal de la Casa Blanca y los miembros del Gabinete cruzaron los dedos ayer cuando el Air Force
One despegó de la base Andrews con destino a Riad (Arabia Saudí). “Que no nos pase nada”, debieron de decir para sus adentros. la semana más convulsa que ha protagonizado el presidente de Estados Unidos a consecuencia del Rusiagate, Donald Trump inició anoche su primer viaje al extranjero, un auténtico test a su talla como líder mundial. Visitará Arabia Saudí, Israel y al papa Francisco en el Vaticano y participará en reuniones de la OTAN en Bruselas y del G-7 en Sicilia, un maratón cargada de obstáculos para un hombre sin experiencia política y escasa paciencia.
Madeleine Albright, que fue secretaria de Estado con Bill Clinton, no pudo disimular su preocupación: “Espero que se centre, no cometa errores y que no escriba un solo tuit en los próximos nueve días”.
Ocurre que Trump es esclavo de sus palabras y no tendrá más remedio que matizar sus repetidos discursos contra los musulmanes cuando se reúna con los líderes del mundo árabe, y habrá de medir mucho sus palabras porque a continuación visitará Israel, donde es posible que le reprochen haber revelado al ministro ruso de Asuntos Exteriores los secretos que el Mosad había confiado a la CIA. También tendrá que aclarar la expectativa que el propio Trump suscitó sobre el posible traslado de la embajada de Estados Unidos a Jerusalén. El G-7 y los europeos esperan despejar las incertidumbres que ha supuesto el acercamiento a Rusia cuando los aliados se sienten
“Acabo de despedir al jefe del FBI, estaba loco; me he enfrentado a una gran presión por Rusia y ahora bajará”
más amenazados por Putin, y sin duda le van a preguntar qué piensa hacer respecto al trascendental Acuerdo del Clima de París.
Todo eso ocurrirá mientras en Washington la atención mediática seguirá instalada en los detalles que van apareciendo sobre las investigaciones en curso del Rusiagate. Probablemente todos estos asuntos acompañarán a Trump durante el viaje y determinarán la atención mediática de una gira plagada de comparecencias públicas, lo que amenaza con relegar los asuntos internacionales y convertir las comparecencias de Trump en una nueva batalla con los periodistas.