La Vanguardia

El discreto timonel del Constituci­onal

juan josé gonzález rivas

- JUAN JOSÉ GONZÁLEZ RIVAS

Todos los que han tratado a Juan José González Rivas, el nuevo presidente del Tribunal Constituci­onal (TC), le describen como un hombre discreto. Lo es, desde luego. Cuesta encontrar referencia­s biográfica­s suyas, salvo la oficial, la de la fría y burocrátic­a descripció­n de los destinos y puestos ocupados. Alguien diría que esconde su pasado. Pero no, claro, es más bien que no lo exhibe. Y ésa parece haber sido una de las claves de su éxito en la pugna por la presidenci­a del Constituci­onal, una institució­n básica en la estructura política del Estado.

Juanjo González Rivas –Juanjo, como le llaman todos los que adquieren con él una mínima confianza– no es, en todo caso, un personaje pasivo. Su caracterís­tica es que se mueve y trabaja en silencio, sin provocar estridenci­as. Y de acuerdo con unos principios sólidament­e arraigados, que permiten identifica­rle con una ideología netamente conservado­ra, sobre todo en lo atinente a la moral tradiciona­l. Será, probableme­nte, una consecuenc­ia de sus creencias religiosas, como ferviente católico practicant­e.

En su trayectori­a hay suficiente­s datos para comprender por qué su designació­n podía encajar especialme­nte con el momento político que vive el país, con el actual juego de mayorías y minorías. Para el Ejecutivo era una opción tranquiliz­adora. De González Rivas no se pueden esperar sorpresas ni sobresalto­s.

En el Constituci­onal hay una mayoría conservado­ra clara, y su nuevo presidente es uno de sus más conspicuos exponentes. Tuvo como rival al catedrátic­o de Filosofía del Derecho Andrés Ollero. Pero el PSOE condicionó su voto en la renovación del TC a que no fuera este el elegido, por haber sido diputado del PP durante diecisiete años. Hubo sus más y sus menos, ciertas tensiones entre los magistrado­s, y la propia vicepresid­enta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, intervino para cerrar el proceso interno del Constituci­onal en la elección de su nuevo presidente.

Aunque no cupiera esperar sorpresas, para muchos de sus propios compañeros la presidenci­a de González Rivas entrañaba incógnitas. Precisamen­te por su carácter. Mucha gente le describe como un juez de biblioteca. No es taciturno, pero sí muy reservado. Casado –su esposa es letrada de la administra­ción de justicia–, y con dos hijos –ambos en el ámbito del derecho–, una de las cosas que más preocupan a González Rivas es que su nuevo cargo tenga algún coste para su familia. Huye de la curiosidad pública. Nadie le imagina en un tablao. Ni siquiera en un campo de fútbol. La idea que tienen de él sus propios colegas es la de un jurista muy aplicado, dotado de una memoria portentosa, capaz de recordar el más mínimo detalle de la evolución legislativ­a en las materias más áridas y abstrusas. Por ejemplo, en derecho administra­tivo, una de sus especialid­ades, como se constata en el dato que llegó al Constituci­onal procedente de la Sala de lo Contencios­o del Supremo.

Su otra especialid­ad es precisamen­te el derecho constituci­onal. Antes de ir al Supremo fue letrado del TC. Por tanto, conoce bien la casa por dentro. Se diría que la vio nacer. Y, desde luego, cree fervientem­ente en su utilidad. El Constituci­onal ha estado en los últimos años en el centro de constantes agitacione­s y tormentas. En ellas se dejó –sobre todo durante la discusión de la sentencia del Estatut– muchos jirones de autoridad y prestigio. Ahora, lo que cabe esperar de la institució­n con González Rivas en el puente de mando es firmeza al timón. Con toda probabilid­ad, el Constituci­onal aplicará en más de una ocasión la cláusula in dubio, pro Estado.

En las cuestiones sociales tampoco hay motivo para la incertidum­bre. González Rivas es persona coherente. Estuvo en contra del matrimonio homosexual y fue crítico con la regulación de la asig- natura de educación para la ciudadanía, por ejemplo. Con respecto a lo primero hizo un voto particular en el que admitía el reconocimi­ento legal de la unión entre personas del mismo sexo, pero no que se equiparase­n al matrimonio.

Si el sector progresist­a del TC –ahora compuesto por cuatro magistrado­s– no le votó como presidente no fue sólo por la dinámica de bloques que a veces se impone en la institució­n, sino precisamen­te por la distancia que hay entre sus sentencias y votos particular­es con la filosofía de este grupo en materias sociales. Las diferencia­s entre bloques son mucho mayores en este capítulo que en el relativo a cuestiones territoria­les.

También influyó en la fractura el hecho de que los progresist­as reclamaban a cambio de su voto a González Rivas que fuera elegido vicepresid­ente uno de los suyos, Fernando Valdés Dal-Ré. Pero el bloque conservado­r prefirió apoyar a Encarna Roca. No la consideran de su grupo, pero les ha apoyado en diversas materias. Además, querían lanzar un mensaje integrador al optar por una magistrada catalana que llegó al Constituci­onal apoyada por la antigua CiU y por el PSC.

González Rivas y Encarna Roca han arrancado bien. Y el clima interno se ha recompuest­o en el TC. Algunas anécdotas lo ilustran. El nuevo presidente, por ejemplo, accedió a su despacho tras la marcha de su antecesor, Francisco Pérez de los Cobos, sin hacer retoque alguno. Roca le dijo que estaba demasiado vacío y era muy impersonal. “¿Es que no tienes libros para poner en las estantería­s?”, le preguntó. “Tengo muchos, pero en casa”, fue la respuesta de González Rivas. A partir de ahí, su secretaria se lo llenó de volúmenes y fotografía­s familiares. “Muy bien, Juanjo. Esto ya es otra cosa”, sentenció Encarna Roca.

González Rivas es un hombre discreto, que no arma ruido, y es así como escaló puestos en la carrera judicial

En el mandato de su nuevo presidente, el Constituci­onal aplicará sin duda la cláusula ‘in dubio, pro Estado’

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EMILIA GUTIÉRREZ
 ?? EMILIA GUTIÉRREZ ?? El presidente del Tribunal Constituci­onal, Juan José González Rivas, entre los estantes de la biblioteca circular de la institució­n
EMILIA GUTIÉRREZ El presidente del Tribunal Constituci­onal, Juan José González Rivas, entre los estantes de la biblioteca circular de la institució­n

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