El margen de la política

EL fino diplomático (y reputado escritor) Carles Casajuana ha escrito que Catalunya y el resto de España son dos universos políticamente separados, sin puntos de contacto: “La distancia mental es tan grande que a veces da la impresión de que la desconexión ya se ha producido (...), para comprenderse hay que comunicarse y aquí lo que es total es la incomunicación”. Es oportuno recordar estas reflexiones en un momento en que el presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, se dispone a ir a Madrid para pronunciar una conferencia en un auditorio cedido por el Consistorio de la capital de España. Un acto que el Govern intenta convertir en la última oferta al Gobierno central para pactar un referéndum, aunque con la amenaza de activar una vía unilateral en caso de que no haya respuesta. Independientemente de lo que cada uno opine sobre la estrategia de Junts pel Sí, no tiene sentido que el PP se haya opuesto a esta conferencia, que haya auspiciado una concentración en contra y que acuse a la alcaldesa de Madrid de “dar legitimidad” al acto en el que se hablará del referéndum. Por cierto, grupos de extrema derecha han convocado manifestaciones en las inmediaciones del auditorio elegido, lo que será una mala postal de la jornada.

En cambio, resulta inteligente que la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría haya invitado a Puigdemont a debatir por los cauces constitucionales su propuesta de referéndum en las Cortes, adelantándose así al acto del lunes. Y no sólo eso, sino que ha añadido que la invitación contará con su colaboración para que se haga con la mayor agilidad. El president respondió más tarde que valora el ofrecimiento, pero que su comparecencia requerirá un pacto previo con Mariano Rajoy. Todo casi tan versallesco como improbable. El movimiento del Gobierno intenta salir del enroque con un jaque. La esperanza es que no se ha perdido la comunicación y que queda margen para la política.