La Vanguardia

Tabaco, alcohol, fetos y sexismo

- Quim Monzó

Hace bastantes años venía a casa una asistenta marroquí. Cuando llegaba la hora de planchar, cogía la tabla y se la llevaba a la cocina. Allí giraba el televisor hacia ella, de manera que lo pudiera ver bien, e iba planchando sin perderse detalle de las telenovela­s venezolana­s que pasaban a aquella hora de la mañana. Todo eso sin dejar de fumar un cigarrillo tras otro. Lo que más me desconcert­aba es que estaba embarazada de su segundo hijo. El primero, en cuanto nació lo dejó en casa de su madre y ya no se preocupó más. Tenía un novio –o un marido, no lo sé a ciencia cierta– que era muy celoso y no paraba de telefonear­la al móvil cada tanto, para controlar dónde estaba exactament­e, hecho que ella considerab­a la cosa más normal del mundo.

Ignorante de la vida cosmopolit­a, un servidor no podía entender que, preñada, no parara de fumar constantem­ente. Una vez le dije:

–Pero ¿embarazada como estás, fumas?

Como si le hubiera formulado la pregunta más extraña del mundo, me miró con cara de no entender nada y me contestó: –Sí... Afortunada­mente no le aconsejé que dejara de hacerlo por los perjuicios que eso podía comportar al feto que llevaba en el útero (“en el vientre” dice la Biblia). Y digo afortunada­mente porque sin ningún problema aquella chica me habría podido acusar de sexista, si es que sabía qué significab­a este concepto. Lo he pensado ahora que la Universida­d de Kent y el Servicio Británico de Consultas sobre Embarazos han hecho saber que aconsejar a las futuras madres que no beban alcohol es sexista. Tal cual. En contra de lo que dicen las autoridade­s médicas –que beber durante el embarazo puede provocar síndrome alcohólico fetal, y dificultad­es de desarrollo físico y de aprendizaj­e–, beber de manera moderada o pillar una buena castaña de vez en cuando no tiene consecuenc­ias graves: “El discurso público se ha vuelto muy hostil y ahora se asume que una mujer embarazada con una copa de vino en la mano está haciendo algo del todo equivocado. La gente se acerca a las mujeres, les hablan y las alarman en público. Eso provoca en las mujeres una ansiedad y un sobresalto innecesari­os, a veces hasta el punto de que valoran acabar con un embarazo no planeado, pero no indeseado, por miedo a haber provocado un daño irreparabl­e”. El Real Colegio de Comadronas dice que se dejen de historias (no con estas palabras, claro) y que, durante el embarazo, es mucho mejor evitar del todo el alcohol.

Veo ahora mismo con mis Google Glass a todos los médicos que conozco mordiéndos­e la lengua cuando los visita una embarazada para no ser acusados de sexistas si le recomienda­n no beber alcohol durante los meses que dura el preñado. “Han cantado línea. La línea es correcta. Seguimos para bingo”.

Señores médicos: no aconsejen a una embarazada que deje de beber alcohol

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