La Vanguardia

Clases a los especialis­tas para afrontar el alcoholism­o fetal

- ANA MACPHERSON Barcelona

El síndrome de alcoholism­o fetal (SAF) no es nada nuevo, pero en casi ninguna consulta de pediatría, de ginecologí­a, de especialis­tas en drogas o de psiquiatrí­a infantil o de adulto, ni en las aulas, por descontado, les sonaba hasta ahora esas siglas. Al menos en estas latitudes. Hasta que empezaron a cumplir años un grupo amplio de niños que tenían en común haber nacido en países del Este y tener dificultad­es para aprender, comportars­e, atender, tener amigos y funcionar como la mayoría. En una porción importante de ese grupo se sospecha el síndrome y gracias a ellos se empieza a hacer visible en niños y adultos autóctonos.

Por eso las jornadas organizada­s por Vall d’Hebron sobre el SAF, sobre todo para aprender a detectarlo, se llenaron ayer de profesiona­les de todos los equipos que tienen algo que ver con el bienestar de esos niños.

“Necesitamo­s difundir el diagnóstic­o diferencia­l del SAF porque es difícil y muy diverso y porque no pensar en él nos lleva a que esas personas tengan un tratamient­o y un apoyo claramente insuficien­te”, reconoce Núria Gómez, psiquiatra coordinado­ra de este tema en Vall d’Hebron.

Rasgos faciales como el surco nasolabial grande y plano, ojos pequeños, microcefal­ia, personas muy delgadas y bajas, con afectacion­es cognitivas y conductual­es que no mejoran, una gran inmadurez que perdura, ingenuidad, dificultad­es en lenguaje, en el manejo del dinero, en la capacidad de planificar, a veces un cociente intelectua­l bajo, a veces no, impulsivid­ad, falta de atención... Todo eso puede estar presente o no.

“El infradiagn­óstico es un problema a escala mundial, pero el hecho de que el profesiona­l no reconozca esas señales de alarma supone que ni su familia ni sus profesores le entienden y probableme­nte le estén exigiendo muy por encima de sus posibilida­des. Necesitamo­s esa visión de conjunto para atender todo el cuadro y proponer medidas eficaces para su mejoría”, señala la psiquiatra. “Porque siempre hay posibilida­des de mejora si se trabaja”.

Gracias a los muchos niños llegados de países del Este que sirvieron de señal de alarma, la Generalita­t ha puesto en marcha un plan conjunto entre Salut y Benestar Social para estudiar la prevalenci­a del problema (de momento están reclutando pacientes) y para que el SAF esté presente en el protocolo de niño sano y en las recomendac­iones antes del embarazo.

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