Los jubilados y la era digital
Muchas personas mayores tienen auténticos problemas para adaptarse a la era digital. Si la esperanza de vida en Catalunya y en el Estado español es de 83 años, son legión los miembros de la tercera edad que, a pesar de no ser iletrados, no acaban de entender el funcionamiento de los teléfonos móviles, los cajeros automáticos, los mandos a distancia o los ordenadores, por citar algunos de los dispositivos más corrientes que funcionan con tecnología digital. La lista se podría ampliar al GPS, el glucómetro, el tensiómetro y muchos otros aparatos.
Las dificultades más comunes con que se encuentran los jubilados se producen a la hora de hacer operaciones en los cajeros automáticos, seguir las instrucciones de las voces robóticas de los teléfonos, detectar los contactos telefónicos más urgentes en la pantalla, enviar mensajes SMS, cambiar los parámetros de un reloj digital o sintonizar los programas de la televisión. Si tienen un ordenador, les cuesta entender el sistema Windows, el funcionamiento del ratón o la utilización de claves y contraseñas; y en un estadio más avanzado, el manejo del correo electrónico, la navegación por internet, la configuración de un perfil, los chats con familiares y amigos, escribir documentos mediante un procesador de texto, ver fotos, conocer el pronóstico del tiempo, utilizar Skype, Twitter y Facebook o seguir las instrucciones que aparecen en la pantalla en inglés.
Cada vez hay más fabricantes de telefonía móvil –con todas las variantes posibles– que desarrollan modelos adaptados a la gente mayor, con accesos a todas las funciones del aparato mediante una interfaz sencilla, sin confusión y con pocas complicaciones, con textos grandes e iconos diferenciados por colores que ayudan a distinguir los elementos fácilmente, como una tecla especial para llamar directamente al teléfono de emergencia 112.
Días atrás, en el marco de la semana digital de la Universitat de Vic, se hizo un experimento para fomentar la inclusión social de las personas mayores en la tecnología móvil con la creación de 70 “parejas digitales” intergeneracionales, formadas por jóvenes de Vic que durante tres días se convirtieron en profesores particulares de algunos jubilados a los que enseñaron a conectarse al wifi, usar la cámara, borrar fotos o conversaciones de WhatsApp, hacer videollamadas, crear un perfil de Facebook y todo tipo de funciones destinadas a superar la brecha digital y sacar beneficio del teléfono o la tableta como herramientas inclusivas.
Más allá de mejorar y extender la teleasistencia, sería bueno que este tipo de experimentos proliferaran y que, aparte de la generosa implicación de los voluntarios, las administraciones crearan mecanismos para asistir, informar y llegar al mayor número posible de personas necesitadas de orientación.
Muchos miembros de la tercera edad no entienden el funcionamiento de los móviles