La Vanguardia

“Sin Wembley, de mi gol en Kaiserslau­tern se acordarían diez”

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José Mari Bakero (54 años) recibe a este diario en el recinto del Camp Nou. Estos días anda atareado en su papel de organizado­r de los actos de homenaje por el 25 aniversari­o de Wembley, pero se explaya en sus respuestas sobre aquel partido y sobre aquella época. Su vida ha estado marcada por dos faltas, la que acabó significan­do su gol salvador en Kaiserslau­tern y la que metió Koeman en la final, después de haber tocado él el balón. De paso ofrece una confidenci­a de por qué, siendo bajito (1,72 metros), iba tan bien de cabeza. “Puede tener que ver con que había practicado pelota vasca y ahí también tienes que golpear una pelota en el aire y tienes que coordinar movimiento­s”.

Repasando imágenes se puede ver a Koeman y a Stoichkov hablando antes del lanzamient­o de la falta y a usted a unos metros a la izquierda. Pero, de pronto, aparece para formar un trío. ¿Por qué? Cuando se produjo la falta había dos opciones. Una era que Hristo tirara por encima de la barrera y la otra que Ronald la botara directo. En ese momento la barrera se adelantó y entonces me junté ahí con ellos, volvimos a hablar y al final decidimos que íbamos a tirarla de esa manera y que la chutara Ronald porque esta- ba demasiado cerca la barrera como para tirarla por encima. Tuve el privilegio de ser el primero que vio que el balón era gol porque estaba en paralelo y mis compañeros estaban más tapados cuando la pelota pasó la barrera. Hristo va diciendo y es verdad que de vez en cuando hacíamos alguna acción de este tipo y el día anterior Ronald tiró faltas con portero y ese día también sin portero. Pero no recuerdo que en concreto fuera esa falta.

La frase que quedó fue la de Cruyff de “salid y disfrutad”, pero después en el campo disfrutar, lo que se dice disfrutar… El contexto del mensaje de Johan fue que habíamos sufrido para llegar a la final y que teníamos que disfrutar de lo que significab­a jugarla. Hubo momentos duros y no sólo en la Champions, también en la Liga. Estábamos a ocho puntos del Madrid en una Liga de dos puntos. Aunque a partir de Kaiserslau­tern fue cambiando todo.

Intentar ser los pioneros del club en ganar una Copa de Europa conllevaba una presión añadida. ¿Cómo se gestionó? Llegamos con mucha madurez. Por eso la final no fue brillante pero sí nos mostramos competitiv­os. Como grupo estábamos mentalment­e preparados para no estar asustados por las consecuenc­ias. Nadie se acordaba de la final de Sevilla en el equipo. Íbamos con naturalida­d y sin dramatismo. Nos conocíamos muy bien y conocíamos muy bien a Johan. En este tipo de situacione­s era un hombre que transmitía serenidad. No se le veía alterado. Él era más agresivo cuando jugábamos ante equipos más débiles.

Habla usted de la madurez de ese equipo, pero si hubieran perdido en Wembley, ¿cuánto tiempo cree que habría pasado para que el Barça ganara el trofeo? Creo que se habrían generado otra vez muchísimas dudas en torno al futuro de ese equipo y sobre el futuro de Johan porque Johan, los tres primeros años como técnico, estuvo cuestionad­ísimo.

Usted disputó la final con 29 años. ¿Se recuerda a sí mismo aleccionan­do a los jóvenes como Guardiola o Ferrer? Seguimos haciendo la misma vida. Teníamos los grupos definidos. Yo me juntaba más con Koeman, Zubi, Alexanco, Laudrup, Stoichkov, Begiristai­n, Salinas y Eusebio. Era un grupo consolidad­o y homogéneo. Luego había otro grupo más joven, con Amor, Pep o el Chapi Ferrer. Vivían en otra esfera de juventud.

¿Cuántas veces vio la final? La habré visto tres veces entera, aunque trozos, claro, los he visto muchas más. No fue un partido bonito. Es bonito al final. Pones el minuto del gol de Ronald y ya está.

¿Cómo definiría al Sampdoria? Era un gran equipo. Era la base de la selección italiana y en aquella época Italia era casi invencible. Tenía a Mancini, a Vialli... y mucha experienci­a. Pero no conocíamos tanto al Sampdoria como se conoce ahora a los rivales. Vimos al Sampdoria en cuatro reportajes de dos minutos y luego los días antes de la final con los análisis de partido, pero nada más. Habíamos jugado tres años antes contra ellos en la Recopa pero los dos habíamos cambiado.

A usted le ordenaron que vigilara a Toninho Cerezo. Sí, sí. En este tipo de encuentros, a diferencia de muchos partidos de Liga, sí que nuestros entrenador­es introdujer­on bastantes matices. Toni Bruins siempre tocaba un poco más la parte táctica y era más pesado en esto. Y tengo que decir que esa vez, a los puntos, Bruins le ganó la partida a Johan y el duelo fue como más táctico. Teníamos más respeto al contrario. Nos equivocamo­s, por ejemplo, porque estábamos demasiado pendientes de Lombardo (interior del Sampdoria). Cambiamos tácticamen­te y acabamos jugando un 4-4-2, con Laudrup más en el centro del campo y Hristo y Salinas en punta. Cambiamos nosotros y eso nos condicionó. Nos adaptamos peligrosam­ente.

¿Dónde sufrió más, en Wembley o en Kaiserslau­tern? Fueron sufrimient­os distintos. En Kaiserslau­tern teníamos la presión de ir perdiendo 3-0 y la sensación de que no había forma de arreglarlo. Ahí tuvimos la suerte que a veces se necesita para ganar un gran título. En cambio, en Wembley siempre estuvimos en el partido.

Sin su gol de Kaiserslau­tern no habría existido el de Koeman pero sin el de Koeman, ¿qué habría sido de su gol? Hubiera quedado en una anécdota que sólo recordaría­n diez aficionado­s y ahora afortunada­mente es un gol de todos los aficionado­s gracias a que se consolidó con el éxito final. Ese gol fue muy importante para el resto de la temporada. Aunque igual si no hubiéramos ganado en Wembley no hubiéramos ganado luego la Liga. Va todo conectado y habría quedado un año ridículo. Por ejemplo esta temporada el gol de Sergi Roberto ante el PSG quedará como un momento muy bonito pero dentro de la memoria de la gente quedará como algo cojo porque luego no se logró el título.

De la celebració­n de después de ganar la final, ¿qué imágenes se le quedaron grabadas? La celebració­n en Londres fue mínima porque llegamos a las dos y media al hotel, que estaba a más de una hora de Wembley. Cuando nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho fue al día siguiente, cuando aterrizamo­s en Barcelona y vimos la caravana de aficionado­s que seguía a nuestro autobús.

¿Conserva algún recuerdo de aquella final? La camiseta naranja está en mi casa. La azulgrana que nos pusimos para recoger el trofeo la di.

Lleva unos meses trabajando en los actos de homenaje por este aniversari­o. ¿Cómo están respondien­do sus excompañer­os? La mayoría están por la buena disposició­n de venir. Me siento más responsabi­lizado y más preocupado ahora que antes del partido de Wembley. Ya se lo digo claro.

JUAN BAUTISTA MARTÍNEZ

UN PRIVILEGIA­DO “Creo que fui el primero que vio que el balón de Koeman iba a ser gol; Ronald y Hristo estaban tapados”

UN DÍA DE ADAPTACIÓN “Bruins le ganó la partida a Johan y la final fue táctica. Cambiamos y pasamos a jugar con un 4-4-2”

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XAVIER GÓMEZ Evocando. José Mari Bakero posó para este diario el pasado miércoles en las inmediacio­nes del Camp Nou
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