La voz lusa que ha hechizado a Europa espera un corazón
SALVADOR SOBRAL GANÓ EL FESTIVAL DE EUROVISIÓN CON UNA BALADA EN PORTUGUÉS ALEJADA DEL MODELO EUROVISIVO. TIENE UNA DOLENCIA CARDIACA Y ESPERA UN TRASPLANTE
El cantante ortugués Salvador Sobral, un perfecto desconocido hace unos días y famoso ahora en toda Europa, ganó el festival de Eurovisión el pasado sábado pulverizando todos los tópicos que se supone explican las victorias en el añejo certamen: no concursó con una canción festivalera, no cantó en inglés, no echó mano de artificios escenográficos, no procede de un área de países con fama de votarse entre ellos (nórdicos, del Este, balcánicos…), y en su candidatura no mediaba inmos grediente político alguno. Sobral logró la aplastante cifra de 758 puntos –procedentes de los jurados nacionales y del televoto de la audiencia– con el asombroso procedimiento de interpretar con dulzura una canción, Amar pelos dois, que gusta porque es bonita y conmovedora.
La noche de la victoria en Kíev, un Sobral comedido en el júbilo tuvo un gesto generoso: entonó el preceptivo bis junto a la autora de la canción, su hermana Luísa, cantante de jazz. Y antes de ese momento, esbozó unas palabras sobre la música, en una crítica implícita al certamen que acababa de ganar. “Vivi- en un mundo de música de usar y tirar, música fast food sin contenido”, dijo al recoger el trofeo. Y remachó: “La música no son fuegos artificiales, son sentimientos”. La frase de Sobral –que antes de viajar a Ucrania confesó que nunca había visto un festival de Eurovisión– no resonó igual en todos los oídos. Otro concursante, el sueco Robin Bengtsson, le replicó en Instagram que “la música pop fast food puede ser lo mejor del mundo en el momento y lugar adecuados, igual que una bella canción como la tuya”.
Sobral, de 27 años, regresó el domingo a Portugal –que ganaba por primera vez Eurovisión–, y fue recibido como un héroe en Lisboa. “Sólo quiero vivir una vida sosegada; espero que pueda suceder. Tal vez al principio sea un poco agitado”, había dicho en Kíev tras la gala. “No soy el nuevo héroe nacional; ese papel es de Ronaldo y espero que siga así. Lo que me gusta es cantar”, zanjó al llegar a Lisboa. El cantante debe también cuidar su delicada salud; padece una insuficiencia cardiaca grave y, según la prensa lusa, necesita un trasplante de corazón.
Salvador Vilar Braamcamp Sobral (Lisboa, 1989) es hijo de un anticuario y de una directiva de márketing que dejó ese trabajo para abrir un taller de costura (suyas son las ropas que el artista llevó en Kíev). La familia escuchaba mucha música, sobre todo pop y rock de los años sesenta y setenta. El Diário de
Notícias recuerda cómo a los diez años Salvador participó en el concurso Bravo, Bravíssimo de la televisión privada SIC, a la que regresó en el 2009, con 19 años, para concursar en Ídolos, programa al que había ido su hermana en el 2003.
Entonces se hizo famoso en Portugal, no lo digería y decidió irse. Se marchó de Erasmus a estudiar Psicología a Mallorca, pero allí se puso a actuar en bares y hoteles, y dejó la universidad. En el 2013 se mudó a Barcelona, donde estudió dos años en el Taller de Músics. En esa época quedó prendado del fallecido intérprete de jazz estadounidense Chet Baker, e inició su colaboración con el venezolano Leo Aldrey, con quien actuó en el Sónar 2014.
De vuelta en Portugal, publicó el año pasado su primer disco, Excuse me, con temas en portugués, inglés y español. En Eurovisión aterrizó tras ganar el Festival da Canção de la televisión pública RTP, al que se presentó a instancias de su hermana. Incluso antes de volar a Kíev había controversia en Portugal en torno a Amar pelos dois, canción juzgada poco eurovisiva por una parte de la audiencia portuguesa. Pero erraron. Salvador Sobral ganó, y mostró así que el público de Eurovisión sabe votar con criterio si le ofrecen las propuestas adecuadas. La suya fue una victoria arrolladora, propiciada por gente que sí ve el festival.
“Vivimos en un mundo de música desechable, música ‘fast food’ sin contenido”, dijo Sobral tras triunfar en Kíev