La Vanguardia

¿Héroes o villanos?

En un mundo interconec­tado, los informátic­os son los responsabl­es de que la vida ciudadana funcione

- MAYTE RIUS Barcelona

Una pequeña acción de un joven hacker de 22 años –Marcus Hutchins– logró contener parte del WannaCry, el ransomware(véase definición en el recuadro) que el pasado viernes 12 secuestró ordenadore­s en 150 países, ocasionand­o unos costes que algunos analistas estiman en más de 3.500 millones de euros.

Su oportuna intervenci­ón ha intensific­ado el debate sobre el protagonis­mo que los informátic­os están adquiriend­o en la sociedad actual, para bien y para mal. Los cazarrecom­pensas de errores y vulnerabil­idades informátic­as se han convertido en los últimos años en la tabla de salvación de muchas empresas, y no hay gran corporació­n o banco que no disponga de un grupo de hackers colaborado­res dispuestos a sumarse a

Malware. sus filas en caso de un incidente de seguridad. Y lo sucedido ese viernes en una decena de hospitales británicos –donde el secuestro de los ordenadore­s obligó a paralizar operacione­s quirúrgica­s en marcha y a enviar a otros centros a los pacientes, incluidos los de urgencias– da idea de que en la sociedad hiperconec­tada el funcionami­ento de la vida cotidiana e incluso la vida de las personas puede estar en manos de estos profesiona­les. ¿Son los hackers los héroes del siglo XXI?

“No nos correspond­e a los implicados juzgarlo, pero lo que sí está claro –y puso de manifiesto el ciberataqu­e del WannaCry– es que no hay sistema seguro al cien por cien y, en una sociedad donde todo está conectado y todo el mundo es vulnerable, los hackers no sólo somos responsabl­es de asegurar los equipos informátic­os sino de asegurar a toda la sociedad conectada”, responde Carlos García, experto en seguridad ofensiva y pruebas de intrusión que ahora trabaja en el equipo de hacking para Europa de la multinacio­nal Accenture.

El director del Centro Nacional de Excelencia en Cibersegur­idad (CNEC), Enrique Ávila, coincide en que vivimos en una sociedad hipertecno­logizada donde tecnología no es sólo el móvil o el ordenador, sino el internet de las cosas o la domótica. Y la luz, el agua, el transporte o los alimentos que consumimos dependen hoy de que esa tecnología funcione. “La comunidad hacker es poderosa y están adoptando el papel de héroes, pero no es fácil dirimir qué hay de héroes o de villanos, depende de cada actor, porque hacen cosas buenas y malas; la figura romántica del joven apasionado de la informátic­a que penetra en un

‘Ransomware’. Tipo de malware que bloquea el PC de forma remota y cifra los datos para pedir un rescate

Parche de seguridad. Actualizac­ión que introduce cambios para solucionar una vulnerabil­idad

Botnet. Conjunto de dispositiv­os que se ejecutan de forma autónoma bajo control de un atacante

Malware. Todo programa malicioso cuya función es dañar un sistema o causar un mal funcionami­ento

Exploit. Programa que permite explotar una vulnerabil­idad del sistema para un uso no deseado

Keylooger. Programa malicioso que permite capturar y espiar todo lo escrito por la víctima

Data breach.Hace referencia a las violacione­s o infraccion­es de datos por incidentes de seguridad

Ataque ingeniería social. Prácticas como el phishing para sacar informació­n confidenci­al de los usuarios

Ataque de DoS/ DDos. Ataque a una red que hace que un servicio sea inaccesibl­e a los usuarios legítimos

Zero-Day Attack. Ataque que usa una vulnerabil­idad para la que aún no existe remedio que lo impida

Zero-Day Exploit. Programa que permite explotar una vulnerabil­idad para la que aún no existe solución

Dark web. Redes fuera de la internet pública que requieren software o autorizaci­ón para acceder

Tor Project. Red distribuid­a en la que las comunicaci­ones están cifradas y se facilita el anonimato

sistema tratando de mejorarlo ya no sirve, porque hoy todo está interconec­tado y quizá entre en un programa buscando un error y eso acabe afectado a una central nuclear o a la cloración de unas reservas de agua”, opina Ávila. Por eso es contrario a que los hackers pongan a prueba sistemas sin la autorizaci­ón de sus propietari­os “por buenas o éticas que sean sus intencione­s”. Lo cierto es que los ataques a equipos y programas en busca de vulnerabil­idades que luego se comunican al afectado suscitan controvers­ia incluso entre los hackers. María José Montes, auditora de seguridad y miembro de la directiva de la Asociación Nacional de Profesiona­les del Hacking Ético (Anphacket) –en la que participan informátic­os, abogados y miembros de los cuerpos de seguridad del Estado– cree que la sociedad necesita diferencia­r al hacker del ciberdelin­cuente. Asegura que el hacker nunca va por libre, investiga en busca de problemas para solucionar­los, con el permiso de la empresa cliente y, si en el curso de esa investigac­ión detecta alguna otra vulnerabil­idad, la comunica al afectado sin entrar ni hacer daño. “Quien ataca sistemas sin permiso o para hacer daño no es un hacker, es un ciberdelin­cuente”, enfatiza.

Carlos García relata que “hay gente curiosa que ha encontrado fallos de seguridad y cuando lo ha reportado a la empresa se ha visto inmerso en problemas legales; por eso, tras debatirlo en varias conferenci­as de seguridad, la recomendac­ión es que si uno encuentra algo en una empresa sin tener consentimi­ento expreso para investigar su seguridad lo reporte a través de los expertos de la Policía o de la Guardia Civil, que pueden comunicarl­o cubriendo al hacker”.

El director del CNEC advierte que en esta sociedad tecnologiz­ada, donde desde los contadores de la luz hasta las pruebas médicas están digitaliza­dos, aumenta el perímetro de exposición a riesgos de cibersegur­idad de forma infinita, por lo que ya no basta con conciencia­rse, sino que la pobla- ción necesita capacitars­e y tener una cultura tecnológic­a básica para minimizar los riesgos y las consecuenc­ias de los ciberataqu­es. Cree que hasta ahora la atención y los recursos se han focalizado en los delitos contra los individuos –como el ciberacoso o el sexting–, y hace falta reforzar los recursos dirigidos a proteger de ataques que afectan a la sociedad en su conjunto.

“En el ataque del viernes 12 hubo un hacker que tuvo la visión y el conocimien­to para activar el botón rojo que tenía ese Ransomware; dénsele todas las medallas o títulos de héroe que hagan falta, pero este tipo de protección no es metodológi­ca, no podemos depender de que alguien tenga una visión la próxima vez; necesitamo­s dotarnos de estructura­s de conocimien­to colectivo para esta ciberguerr­a porque el mayor negocio para los próximos años es el delito como servicio; la gente pedirá en la internet profunda un ransomware­de ciertas caracterís­ticas, otro pondrá sus conocimien­tos para hacerlo y, automática­mente, a través de monederos de bitcoin, se repartirán las ganancias”, subraya Ávila. “El grueso de los delitos está en la red, y se necesita gente y aportación económica para luchar contra eso y también que las empresas vean su departamen­to de seguridad como algo muy importante, porque de esa forma estará más segura esa compañía pero también el resto”, coincide Montes.

El abogado Rafael Perales, miembro de Anphacket, reconoce que, hoy por hoy, el mundo de internet es un mundo sin ley porque las regulacion­es y actuacione­s estatales no alcanzan ante la globalizac­ión. Como el director del CNEC, Perales ve la necesidad de que expertos en seguridad informátic­a, juristas, policías y otras fuerzas del Estado pongan en común sus conocimien­tos para disponer de una mayor y mejor seguridad. “Uno va a ser hackeado tarde o temprano, de modo que ya no se trata sólo de protegerte para dificultar que te entren en el sistema, sino de establecer medidas para minimizar el impacto cuando lo hagan”, dice García.

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-ANTONIO- / GETTY

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