El Real Madrid no falla y gana la Liga
El Madrid vence en Málaga y se proclama campeón de Liga ante un Barça irregular hasta el final
El Madrid no concedió ni un solo minuto para la sorpresa y se proclamó campeón de Liga por 33.ª vez en su historia. Venció con rapidez y solvencia en Málaga y fingió pasarlo mal un ratito, relato corto que podría servir para describir la mitad de sus partidos. Mientras tanto el Barça protagonizó un partido raro, también a modo de resumen de su curso. La puesta en escena azulgrana fue tan inesperadamente flácida que el Eibar, ese equipo en cuya existencia nadie había reparado, le dio un susto que duró más de una hora, momento en el que sonó el despertador para el tridente. Pese a los goles, la falta de fe en una revisitación de las Ligas de Tenerife fue tan evidente desde el inicio que ni siquiera el aficionado culé (atención) acudió en masa al Camp Nou. Sintomático.
No es un desenlace el de esta Liga que haya provocado excesivo asombro. Desde el inicio de la temporada se sabía que el club blanco perseguía corregir lo que seguramente era una anomalía, ese solitario título ganado en ocho años. De hecho, se esmeró en recordarlo, antes de empezar, su poderosísimo presidente Florentino Pérez, verbalizándolo como proclama para que todo el mundo se diera por aludido. Lo hicieron Zinédine Zidane y sus jugadores, alcanzando una regularidad y solidez crecientes en su juego ante las que el equipo de Luis Enrique fue contestatario en el Bernabeu y los grandes escenarios pero no en los menores, desequilibrio a la postre ruinoso para los intereses azulgrana. A los estamentos del fútbol español tampoco les ha ido mal el triunfo del Madrid para evitar un aumento del estrés, también a los árbitros por qué negarlo, pero no fueron ellos ni mucho menos el principal argumento para justificar el color del ganador final.
El Barça ha ido de más a menos en las tres temporadas de Luis Enrique, perdiendo progresivamente energía, una señal que debería preocupar pensando en la final de Copa, porque si hay dos equipos comparables son el Eibar y el Alavés, el rival que se encontrará el Barça el sábado en la final del Calderón. Es posible que Luis Enrique merezca acabar su periplo como entrenador barcelonista con un título, sobre todo porque viendo el irregular comportamiento de su plantilla, quizás habrá que convenir que el asturiano esté a estas alturas más extenuado de lo que se suponía. Cada vez más limitado a la hora de sacar provecho de sus jugadores, el entrenador que le releve necesitará agitar con valentía el vestuario sin miedo a pecar de impopular.
El Madrid, por su parte, haría bien en cuidar mucho a Zidane, exfutbolista legendario del que se desconfiaba como entrenador. Sus formas suaves esconden a un técnico de ideas firmes, respetado por los futbolistas (incluso por Cristiano Ronaldo, que se ha plegado a sus rotaciones) y que le acerca tanto a tipos como Del Bosque o Ancelotti como le aleja de la ruidosa y equivocada corriente pro Mourinho, ahora minoritaria.
El Madrid tenía que ganar en Málaga y lo hizo. El Barça le pedía al Madrid ser débil allí donde él lo fue. Un imposible.