Trump exige a los países musulmanes que expulsen a los terroristas
El presidente advierte a los líderes islámicos que se libra una batalla “entre el bien y el mal”
Donald Trump ha interpelado seriamente a los líderes del mundo musulmán y les conminó ayer a asumir su responsabilidad y “expulsar a los terroristas de sus comunidades, de los centros de culto, de los lugares santos y de la Tierra”. El esperado discurso del presidente de Estados Unidos, moderado en el tono pero contundente en el fondo, llevaba implícita una acusación velada de inhibición de los estados musulmanes en el combate contra el yihadismo, que a su juicio impide erradicar el mal. “Un futuro mejor sólo es posible si sus naciones expulsan a los terroristas y a los extremistas... La primera tarea en este esfuerzo conjunto es que sus naciones impidan el asentamiento de los soldados de infantería del mal. Todos los países de la región tiene el deber absoluto de asegurar que los terroristas no encuentran refugio en su suelo”.
Trump se dirigió a los líderes de medio centenar de países musulmanes en un suntuoso salón de Riad, ante la atenta mirada del rey Salman de Arabia Saudí y no dejó de mencionar el ataque a Estados Unidos del 11 de septiembre de 2001, que fue perpetrado por diecinueve yihadistas, quince de ellos de nacionalidad saudí. “El terrorismo se ha extendido por todo el mundo, pero el camino hacia la paz empieza aquí, en esta antigua tierra sagrada”.
Pese a la debilidad política en que se ha instalado la presidencia de Trump debido sobre todo a las revelaciones que van surgiendo sobre el Rusiagate, con su atrevida intervención el presidente de Estados Unidos marcó una inflexión positi- va en el ejercicio de su papel como líder de la primera potencia mundial, aunque fuera rectificando posiciones que defendió durante la campaña electoral y en las primeras semanas de su mandato.
Trump, autor de la frase “el islam nos odia”, y que presionó a sus adversarios políticos a identificar al “islamismo radical” como el enemigo a batir, negó en esta ocasión que el combate contra el terrorismo sea una guerra entre religiones. Trump mantuvo los conceptos que podrían
irritar a su auditorio: “Todavía hay mucho trabajo por hacer y eso significa honestamente que hay que hacer frente al extremismo islamista y los grupos terroristas islamistas que inspira. Y eso significa que tenemos que unirnos contra el asesinato de musulmanes inocentes, la opresión de las mujeres, la persecución de los judios, y la masacre de los cristianos. Los líderes religiosos deben dejar esto absolutamente claro: la barbarie no traerá ninguna gloria y la piedad con el mal no les hará más dignos. El camino del terror lleva a una vida vacía y breve y su alma se condenará”. Y dicho esto, Trump pronunció su rectificación: “Esta no es una batalla entre diferentes religiones, diferentes sectas o diferentes civilizaciones –dijo–, esta es una batalla entre bárbaros criminales que tratan de destruir la vida humana y la gente decente, esto es una batalla entre el bien y el mal”.
Este último planteamiento, que parece calcado de lo que sostenía día sí y día también Barack Obama, no significa sin embargo que Trump adopte una política continuista respecto a su antecesor. Del discurso de Trump en Riad se desprende claramente un desmarque de la estrategia seguida por la Administración Obama, que apoyó las primaveras árabes y presionó a los países musulmanes a respetar los derechos humanos y evolucionar hacia la democracia. En esto, Trump también lo pudo decir más alto pero no más claro: “No estamos aquí para decir a la gente cómo ha de vivir, lo que tiene que ser, lo que tienen que hacer, a quién debe adorar. Estamos aquí para ofrecer una asociación basada en intereses y valores compartidos y perseguir un futuro mejor para todos nosotros”.
Hay una diferencia de matiz muy sutil entre el planteamiento de Trump y la Administración anterior. Obama siempre defendió la estrategia denominada leading from behind (liderar desde atrás), considerando que los propios países musulmanes debían combatir por sí mismos la amenaza terrorista. Trump también exige a los países musulmanes una mayor implicación, pero con una actitud de Estados Unidos más intervencionista. “Estados Unidos está preparada para estar con vosotros en la búsqueda de intereses comunes y de seguridad común, pero las naciones de Oriente Medio no pueden esperar a que el poder estadounidense aplaste este enemigo en su lugar. Las naciones de Oriente Medio tendrán que decidir qué futuro desean para sí mismos, para sus países y para sus hijos.Es una elección entre dos futuros y es una opción que EE.UU., no puede decidir por vosotros”.
A cambio, Trump ofreció apoyo a la estabilidad de los regímenes de cada país frente a los movimientos reivindicativos que puedan surgir. “Nuestros amigos nunca deben dudar de nuestro apoyo... Nuestras REACCIÓN ÁRABE “Bravo presidente Trump”, tuiteó el ministro de Exteriores de los Emiratos EL ISLAM ESTADOUNIDENSE Musulmanes de EE.UU aplauden el tono conciliador sin olvidar la retórica anterior alianzas avanzarán a través de la estabilidad y no a través de la interrupción radical... Buscamos socios, no la perfección y consideraremos aliados a todos los que compartan nuestros objetivos”.
Una reacción significativa fue el tuit de Anwar Gargash, ministro de Asuntos Exteriores de los Emiratos Árabes Unidos: “Bravo presidente Trump. Discurso efectivo e histórico definiendo el enfoque hacia el extremismo y el terrorismo con sincero respeto y amistad”. Los grupos musulmanes estadounidenses también reaccionaron con cautela, pero aplaudiendo el tono conciliador de Trump.“El discurso parece ser un intento de establecer un tono nuevo y más productivo en las relaciones con el mundo musulmán, pero todavía pesa la retórica y las propuestas antimusulmanas”, declaró Nihad Awad, director ejecutivo del Consejo de Relaciones Islámico-estadounidenses.