La Vanguardia

Homenaje en Cannes a Clint Eastwood y su ‘Sin perdón’

Cannes rinde homenaje al actor y director estadounid­ense

- SALVADOR LLOPART Cannes Enviado especial

Clint Eastwood, 87 años el 31 de mayo. Aspecto juvenil, voz cansada. Cannes le rinde un sentido homenaje con la proyección de la copia restaurada de

Sin perdón, una historia de violencia pero también una declaració­n de principios contra esa misma violencia.

Y a los que aquí estamos el festival nos regala una larga conversaci­ón con el actor y director en compañía del crítico estadounid­ense Kenneth Turan. Eso que se llama una master class. “La verdad es que todavía no tengo ninguna certeza sobre el cine. Bueno, una: hay que trabajar. Si no, mejor dejarlo. Se lo digo a mis hijos, especialme­nte a los que se dedican a la interpreta­ción: repetir, insistir, aceptar cualquier oportunida­d…” -¿Y le hacen caso? “Apenas. Pero no me engaño: también sé que es mejor tener suerte que ser bueno, como se dice en el golf. El cine no es un arte intelectua­l, es algo emocional. Cuando elijo una película, busco destacar esas emociones”, dice.

Y entonces recordamos el pasado: “Empecé a actuar en el instituto. El personaje que me tocó en la obra era un poco limitado y la profesora pensó que yo sería perfecto”, recuerda el actor, que estuvo intentando dedicarse a la interpreta­ción durante los años cincuenta sin demasiada suerte. Hasta que la televisión primero, y luego Sergio Leone, se cruzaron en su camino. Con Leone rodó Por un puñado de dólares y lo demás es historia: “Sergio es un director muy interesant­e, porque sabía ver las cosas de una forma muy personal”.

Hay otros nombres propios que jalonan su camino. Don Siegel, el director a cuyas órdenes rodó Harry el sucio entre muchas otras películas, es uno de ellos. “Don era muy eficiente, rápido, con una mente veloz. Me decía: ‘No pienses mucho, hazlo’. No, no dejaba que la gente se durmiera a su alrededor. Yo, como él, quiero ser eficiente en los rodajes. Si la primera toma es buena, me quedo con ella”, dice.

Eastwood se pasó al otro lado de la cámara en 1971, cuando rodó Escalofrío en la noche, y así empezó su larga carrera como director, reconocida con el Oscar a la mejor película y director para, precisamen­te, Sin perdón

(1992), y también el Oscar de Million

Dollar Baby en 2005...

Pero con Harry, el sucio, Eastwood se detiene un momento: “Fue atrevida. No era demasiado ‘políticame­nte correcta’ y creo que esa fue la razón de su éxito. Eso, y la Magnum gigante de Harry, esa enorme pistola que llevaba el protagonis­ta y que tanto gustaba a los niños. Triunfó por el tamaño”.

Una pistola. Si le añadimos una chica es todo lo que Godard decía que se necesita en una película. También decía: “Una historia debe tener un comienzo, un desarrollo y un final, pero no necesariam­ente en ese orden”.

Jean-Luc Godard, el cineasta más emblemátic­o del cine rompedor. Ese cine que nació para dignificar­se a sí mismo en arte, allá por los años sesenta. Godard, uno de los miembros más conspicuos de la Nouvelle Vague, como todos sabemos. Pero, en realidad ¿qué sabemos de Godard?

Seis años después de The artist, que arrasó en los Oscar, Hazanavici­us se acerca, con la biopic que titula Le redoutable a otra época dorada del cine. La de los sesenta en Francia. Nos habla de un Godard enamorado, interpreta­do con distanciam­iento irónico por Louis Garrel, recién casado con la veinteañer­a Anne Wiazemsky, encantador y muy sesentañer­o personaje en manos de Stacy Martin, la que fuera la joven protagonis­ta de la transgreso­ra

Nymphomani­ac. Es cierto que la figura del director no resulta endiosada. Pero tampoco sale Godard mal parado. Estamos ante un versión cómica, casi una caricatura. Es verdad. Hazanavici­us tiene una mirada fragmentar­ia y, por momentos, paródica del personaje. Donde el pastiche del propio cine de Godard, con su estilo de colores brillantes e imágenes sin sombras, tan propio de los primeros sesenta, complement­a el propio pastiche, que son los personajes. Hazanavici­us es el rey del pastiche, y su Godard resulta tan divertido como ridículo. Tan comprometi­do como falso. Un Godard atormentad­o, agresivo, con todos y con todos. Egocéntric­o. Brillante. Por momentos un autentico capullo, si se me permite la expresión. Verbalment­e incomparab­le. “Las películas son un mundo de fragmentos”, que dijo él mismo.

La biografía de Godard que firma Hazanavici­us es un pastiche, tan divertido como ridículo

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ERIC GAILLARD / REUTERS Rutilantes. Nicole Kidman y Elle Fanning, actrices de Cómo hablar con chicas en fiestas (fuera de concurso)
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The Meyerowitz stories
ARTHUR MOLA / AP Cartel de lujo. Dustin Hoffman y Emma Thompson protagoniz­an y favorecen el éxito de The Meyerowitz stories
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ANNE-CHRISTINE POUJOULAT / AFP Maestro. Clint Eastwood inauguró la clase magistral de cine y presentó una copia restaurada de Sin perdón
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