Mercè Conesa
Más de 50 bibliotecas de la Diputación de Barcelona han creado BiblioLab, una iniciativa que promueve la tecnología, la experimentación y la participación ciudadana
ALCALDESA DE SANT CUGAT
La edil representa –junto a Santa Coloma de Gramenet y otros– a los municipios pioneros en apostar por convertir las bibliotecas en laboratorios de ideas que ejerzan de puente entre los miembros de una comunidad.
Son las 12 del mediodía y en una sala de la biblioteca del Fondo de Santa Coloma de Gramenet huele que alimenta. Rodeada de libros y revistas y protegida por una puerta corredera de cristal, la sala acoge una cocina profesional completa en la que una decena de vecinos han estado elaborando platos de diferentes culturas, mientras compartían recetas, risas y complicidad. Estamos en el espacio Cocinas del Mundo, una iniciativa creativa que nació en paralelo a la biblioteca en 2014 y plenamente arraigada con la multiculturalidad del Fondo. De hecho, es el barrio más poblado de Santa Coloma, con más de 16.700 habitantes y acoge, desde principios del siglo XXI, la mayor cantidad de inmigración extranjera de la ciudad (un 40%), con más de cien nacionalidades.
Esta biblioteca, junto con la Miquel Batllori de Volpalleres de Sant Cugat del Vallès –con un living lab, un laboratorio vivo tecnológico, creado con la colaboración del Centre de Visió per Computador (CVC) y la Universitat Autònoma de Barcelona– y la Roca Umbert de Granollers –con un laboratorio de letras e imágenes– son tres claros ejemplos de los objetivos que persigue la Diputación de Barcelona con el proyecto BiblioLab. La presidenta y alcaldesa de Sant Cugat, Mercè Conesa, detalla que “este nuevo modelo representa una experiencia que va más allá de la biblioteca tradicional e implica el acceso, la búsqueda y la creación directa de conocimiento por parte de la ciudadanía”.
La red de bibliotecas de la Diputación da servicio a 2,6 millones de usuarios y cada día 70.000 personas las utilizan. “El BiblioLab implica una transformación de los espacios, que pasan a ser lugares de creación e innovación, donde los usuarios no son sólo receptores sino protagonistas”, matiza Conesa. Promueve la tecnología, la experimentación y la participación ciudadana en más de 55 bibliotecas de la provincia de las 224 de la Diputación.
Para este 2017 hay un presupuesto de 300.000 euros. A lo largo de los próximos 12 meses, con el BiblioLab se programarán más de 350 actividades relacionadas con la experimentación y también se crearán “bibliolabs portátiles” especializados en diferentes ámbitos y que serán itinerantes. Se convocará, además, un programa de ayudas económicas para el desarrollo de proyectos de creación a nivel municipal.
El living lab de la Miquel Batllori de Sant Cugat ofrece un entorno de experimentación tecnológica y robótica para investigadores, pero también está abierto –gratuitamente– a la ciudadanía. Ocupa una sala diáfana, con una pantalla gigante, un proyector móvil y dos mesas con pantallas medianas, entre otras joyas tecnológicas. El codirector del CVC, Fernando Vilariño, explica que en este espacio “la tecnología es el elemento posibilitador, ya que cosas que antes eran imposibles aquí se pueden materializar con la aportación de los usuarios”. Muestra cómo cuando el proyector enfoca la portada de un libro y, a su vez, enfoca una tableta, en la pantalla se abre un libro digital que se puede leer, virtualmente, página a página. O enseña toda una compilación de poemas de Joan Brossa que se transforman con las aportaciones de los usuarios y reviven en formato tuit.
Mariona Chavarría es la directora de la Biblioteca del Fondo de Santa Coloma y una firme convencida de los buenos resultados que ofrece la cocina de la primera planta. “Somos pioneros en el sur de Europa en una instalación como esta. Pero lo importante es que la propuesta de la cocina y todas las actividades que se generan están consensuadas por el barrio, la ciudad y una comisión de expertos”, detalla. Sus objetivos principales son “crear un espacio de divulgación gastronómica que represente la diversidad del Fondo, convertirnos en un espacio de intercambio donde se puedan conocer las diferentes culturas y hacerlo mediante la gastronomía. Y todo, promoviendo el hábito lector, la formación y la información para contribuir en la comunidad”. En este centro cuentan con una colección de 500 libros específicos sobre cocinas del mundo, en diferentes idiomas como inglés, francés o chino. “Lo interesante es poder captar la atención de usuarios que quizás nunca entrarían a la biblioteca. Hay quien tras participar en un taller de cocina se ha adentrado en la lectura”, ejemplifica Chavarría.
El vicepresidente de la Diputación de Barcelona, Martí Pujol, apunta que “las bibliotecas forman parte del corazón de los municipios y ahora vemos cómo nos tenemos que adaptar a la nueva revolución digital gracias a modelos como BiblioLab, que dan acceso a la gente a la ciencia, la creatividad o la literatura entre un gran abanico de opciones”.
La gerente del Servicio de Bibliotecas de Diputación, Marta Cano, cree que “las bibliotecas deben continuar dando sus servicios básicos, como el acceso a la información universal, pero a partir de ahora amplían estos servicios y son unos espacios que hacen que la ciudadanía pueda ser más abierta, más crítica”.
Los vecinos del Fondo, barrio con más de cien nacionalidades, han compartido sus gastronomías