La Vanguardia

Más poder para Erdogan

El mandatario recupera el cargo y dice que el estado de excepción va para largo

- JORDI JOAN BAÑOS Estambul. Correspons­al

El presidente turco Erdogan, por fin libre de ataduras después de aprobar la nueva constituci­ón, ha recuperado la presidenci­a de su partido, y ha advertido que el estado de excepción bajo el que vive Turquía se prolongará hasta lograr “paz y bienestar”.

Recep Tayyip Erdogan recuperó ayer la presidenci­a del Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP), que tuvo que abandonar hace casi tres años para poder ocupar la jefatura del Estado, entonces teóricamen­te apolítica. Ya no lo es –ni de hecho ni de derecho– tras la ajustada y discutida aprobación en referéndum de su reforma presidenci­alista. Y Erdogan, readmitido hace unas semanas en el partido que fundó, reunió ayer 1.414 votos en su congreso extraordin­ario, en un pabellón de Ankara abarrotado y volcado. Enfrente no tenía a ningún contrincan­te. Y afuera tenía a decenas de miles de seguidores más, acarreados en autocares.

Arropado por ellos, Erdogan se permitió una nueva provocació­n a la oposición y a la UE: “El estado de excepción sólo se levantará cuando haya paz y bienestar”. “¿Qué os falta?”, se preguntaba retóricame­nte, “¿es que no podéis ir al trabajo o están las escuelas cerradas?”. “Si Francia lo mantiene”, añadió, “por diez o quince terrorista­s cómo no lo vamos a mantener nosotros que tenemos enfrente a una toda una organizaci­ón empeñada en tumbar al Estado”, en alusión a la red del presunto golpista Fethullah Gülen.

El político conservado­r atribuyó las actuales cortapisas a la democracia “a la amenaza de las organizaci­ones terrorista­s”, entre las que cuenta, junto a los gülenistas, a los kurdos del PKK y al Estado Islámico.

Pese a los signos desalentad­ores del presente, Erdogan prometió a los turcos “una democracia avanzada” que incluso “evitará la trampa de los países atrapados en una medianía de renta y de calidad democrátic­a”.

Bajo esa advocación, el AKP renovó y rejuveneci­ó ayer a casi la mitad de su comité central, lo que anticipa una profunda e inminente remodelaci­ón ministeria­l. De este modo, Erdogan aprovecha también para apartar discretame­nte del poder a aquellos cuyos vínculos con la red del imán Gülen están bajo sospecha. Cabe decir que el yerno del alcalde de Estambul, Kadir Topbas, del AKP, fue excarcelad­o hace poco a pesar de estos lazos, aunque el regidor ya ha anunciado que no optará a un nuevo mandato.

Este guante blanco contrasta con la mano de hierro reservada para los seguidores de Gülen infiltrado­s El presidente exige a la Unión Europea que cumpla con Turquía o “que cada uno se vaya por su lado” en la judicatura, las universida­des, la prensa, la policía o el ejército. Estamos hablando de hasta 100.000 despidos y decenas de miles de detencione­s de supuestos “conspirado­res”. Unos 270 diplomátic­os y oficiales del ejército se hallarían en fuga –entre ellos ocho generales– en países como Noruega, Estados Unidos, Grecia, España y, sobre todo, Alemania, lo que ha agriado aún más las relaciones bilaterale­s, hasta el punto de que Ankara insinúa a Berlín que retire los 250 soldados que mantiene en la base de la OTAN en Incirlik.

Erdogan aprovechó ayer para glosar su reciente gira por India, China, Rusia y EE.UU. –pese al espectácul­o vergonzoso dado por sus guardaespa­ldas en Washington– con el aviso de que “el mundo no se acaba en la UE”. Y hoy mismo recibe al primer ministro ruso, Dimitri Medvédev, en la cumbre de países ribereños del mar Negro en Estambul.

Ni muerto, ni aislado, viene a decir, a cuatro días de su encuentro con los presidente­s de la Comisión Europea y el Consejo Europeo, a los que exigirá progresos en las negociacio­nes “o que cada uno se vaya por su lado”.

Lo que ni siquiera Erdogan se atreve a soltar en sus bravatas es que el principal móvil de su concentrac­ión de poder –aparte de Gülen– es la sospecha de que un Estado kurdo al otro lado de la frontera, apoyado por EE.UU., está cada vez más cerca, con derivacion­es de primer orden en el sureste de Turquía de mayoría kurda.

“He vuelto al nido”, exclamó al borde de las lágrimas Erdogan. Y a muchos turcos les vinieron ganas de llorar.

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TUMAY BERKIN / EFE El presidente turco y su mujer, Emine (a la izquierda), son aclamados en el congreso extraordin­ario del AKP, en Ankara

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