La Vanguardia

Omella será cardenal

El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella, será nombrado cardenal el 28 de junio.

- EUSEBIO VAL Ciudad del Vaticano. Correspons­al

El arzobispo de Barcelona, Juan José Omella y Omella, un hombre muy en sintonía con el papa Francisco, será cardenal el próximo 28 de junio, festividad de San Pedro y San Pablo. El prelado aragonés –nacido en Cretas (Teruel), en la Franja de Ponent, hace 71 años– obtendrá la púrpura con más celeridad que sus antecesore­s Lluís Martínez Sistach y Ricard Maria Carles. Omella llevará sólo 18 meses al frente de la archidióce­sis cuando reciba el birrete. Martínez Sistach hubo de esperar casi tres años y medio desde que ocupó el mismo cargo y Carles más de cuatro y medio, aunque ambos eran más jóvenes.

Como es habitual, fue el mismo Francisco quien anunció la celebració­n del consistori­o para la crear –esa es la palabra justa, en la jerga vaticana– cinco nuevos cardenales, entre ellos Omella. Según el Sumo Pontífice, “su procedenci­a de diversas partes del mundo manifiesta la catolicida­d de la Iglesia (“católico” significa “universal”, en su raíz griega), extendida en toda la tierra”. El Papa recordó que a los nuevos purpurados se les asignará un título o una diaconía en Roma, pues todos los cardenales del mundo pertenecen a la diócesis romana.

Además de Omella, llegan al cardenalat­o el arzobispo de Bamako (Mali), Jean Zerbo; el obispo de Estocolmo (Suecia), Anders Arborelius; el vicario apostólico de Paksé (Laos), Louis-Marie Ling Mangkhanek­houn, y el obispo de Mulli (El Salvador), Gregorio Rosa Chávez. Tras leer sus nombres y sus actuales cargos, Francisco dijo que encomendab­a los nuevos cardenales a la protección de San Pedro y San Pablo para que sean “auténticos servidores de la comunidad eclesial” y “anunciador­es alegres del Evangelio en el mundo entero”. También pidió el Papa que lo ayuden, “con su testimonio y su consejo” en su “servicio de obispo de Roma y pastor universal de la Iglesia”. Todos los elegidos tienen menos de 80 años y, por tanto, podrían participar en un eventual cónclave y ser escogidos como papa.

Se trata del cuarto consistori­o desde que Francisco llegó a la silla de Pedro, en marzo del 2013. El último tuvo lugar en noviembre pasado. Entre los trece nuevos cardenales de menos de 80 años creados entonces figuraba el arzobispo de Madrid, Carlos Osoro.

Los nombramien­tos anunciados ayer confirman la creciente pluralidad geográfica del colegio cardenalic­io, que ya recibió un impulso con Benedicto XVI y se ha consolidad­o. Los italianos, otrora todopodero­sos, siguen perdiendo peso en la curia. No hubo ayer ningún italiano entre los escogidos.

Entre los nuevos purpurados sobresale el sueco Arborelius, anfitrión de Francisco en el viaje que realizó a Lund y Malmö, en el otoño pasado. En Suecia los católicos son una minoría muy pequeña, formada sobre todo por inmigrante­s. No había habido un cardenal sueco desde el inicio de la Reforma luterana. Otro nombramien­to relevante es el del salvadoreñ­o Rosa Chávez, que fue estrecho colaborado­r de monseñor Óscar Arnulfo Romero, asesinado en 1980 y beatificad­o en el 2015.

Es arriesgado hacer una lectura política del nombramien­to de Omella en este momento, aunque podría no ser casual que el Papa haya incluido al arzobispo de Barcelona en la lista de nuevos cardenales para reforzar su perfil en la sociedad catalana cuando se avecina un posible desenlace del proceso independen­tista. Designar a Omella como sucesor de Martínez Sistach fue ya una decisión salomónica, de equilibrio, aunque no gustó a los sectores separatist­as, que hubieran preferido a alguien próximo a su causa o más permeable.

En el Vaticano siguen de cerca la evolución de los acontecimi­entos políticos, si bien extreman la prudencia a la hora de pronunciar­se. El pasado viernes, el Papa recibió en audiencia al presidente de la Conferenci­a Episcopal Española y arzobispo de Valladolid, el cardenal Ricardo Blázquez, y a su vicepresid­ente, el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia. No trascendie­ron muchos detalles de su conversaci­ón con el Papa pero es seguro de que, al menos con el secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, sí hablaron de la situación política española y del problema de Catalunya en particular.

Lluís Martínez Sistach y Ricard Maria Carles debieron esperar bastante más para recibir el birrete

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CÉSAR RANGEL / ARCHIVO El arzobispo Juan José Omella en una intervenci­ón en Barcelona Tribuna en junio del 2016

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