La Vanguardia

“Salí de Ferraz, y volveré”

- José María Brunet

El 20 de marzo de 1942, en Terowie (Australia), el general Douglas MacArthur pronunció una de las frases más célebres de la historia de los conflictos bélicos. “Salí de Bataan –dijo–, y volveré”. Toda comparació­n entre la guerra del Pacífico y la lucha fratricida en el PSOE está fuera de lugar, claro está. No obstante, los socialista­s tuvieron su Pearl Harbour el pasado 1 de octubre, cuando la sede de Ferraz fue bombardead­a por los barones del partido, obligando a Pedro Sánchez a dimitir. Y ahora, el célebre “volveré” del laureado general americano tras perder las Filipinas habrá resonado entre los partidario­s de Pedro Sánchez como la tópica referencia del desquite.Y desquite ha habido, desde luego. La noticia del regreso del defenestra­do líder del PSOE, aupado por las bases, llegó a la sede socialista al tiempo que el final de la Liga. A esa hora había más gente en la Cibeles que en la calle Ferraz. La política es un fenómeno de masas, pero a la hora de celebrar títulos el fútbol lo es más. Unos tresciento­s militantes gritaban a las puertas de Ferraz hacia las diez de la noche el lema de los sanchistas: “!No es no, no es no!”. Pero esta vez no se conformaro­n con eso y fueron más allá, dominados por la euforia del momento: “Se nota, se siente, Pedro presidente”, decían. Y lo repitieron cuando Sánchez compareció para celebrar su victoria en la misma sala de la que le echaron en octubre pasado.

Se vivió así el reverso de lo ocurrido en octubre. “Salí de Ferraz, y volveré”, ha podido decir Pedro Sánchez. Y ha regresado siete meses después de que el PSOE tuviera que arriar banderas y firmar el armisticio con el PP para dar a Rajoy el respaldo indirecto de la abstención en su investidur­a. Ahora bien, ¿es verdad que querer es poder? Sánchez se propuso volver a Ferraz por la puerta grande, y lo ha conseguido. Pero,volver ¿para qué? ¿Qué margen tiene ahora, devuelto el escaño y ausente del Parlamento? Y qué garantías hay de que lo que no fue posible en el 2016 –el entendimie­nto de la izquierda– va a tener en el 2017 alguna perspectiv­a. Esas eran anoche, con Sánchez en el balcón, las preguntas entre los propios militantes, más allá de la cara de circunstan­cias de Susana Díaz. Los japoneses respetaban tanto a MacArthur que nunca bombardear­on el hotel Manila, en el que había residido, y durante la ocupación de Filipinas conservaro­n intacta su suite. Anoche, en cambio, Susana Díaz ni pronunció el nombre de Pedro Sánchez al asumir su derrota. Para regreso difícil, el de la presidenta andaluza a Sevilla.

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LUCA PIERGIOVAN­NI / EFE Seguidores socialista­s celebran anoche la victoria de Pedro Sánchez
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