La mujer del César y el timón
El PDECat debe ser el primer partido contra la corrupción, sólo así se ganará el derecho a ser escuchado
La semana pasada, los neoconvergentes dentro de Junts pel Sí se abstuvieron en el Parlament cuando se votó una resolución que insta al Govern a acusar a la antigua Convergència en el juicio del caso Palau. Eso fue una pequeña victoria de Marta Pascal, que tuvo que convencer a algunas figuras importantes de su partido que querían votar en contra, como el expresident Mas. No fue tarea fácil ni cómoda para la coordinadora general del PDECat. Ella tiene muy claro que –como reza el refrán– la mujer del César no sólo debe ser honrada, también debe parecerlo.
El discurso de Pascal sobre la corrupción es contundente y tiene voluntad de marcar todas las distancias posibles con el pasado, dado lo cual pensó que el voto afirmativo sobre esta cuestión –junto a los diputados de ERC y toda la oposición– era una oportunidad magnífica para acreditar las buenas intenciones y afirmarse en un nuevo estilo. La joven dirigente consiguió modificar la posición de la vieja guardia, pero no tanto ni tan lejos como deseaba: el resultado fue la abstención, un gesto que algunos de los suyos han debido aceptar de mala gana. Un gesto que ha puesto en evidencia dos cosas: que Pascal quiere liderar de veras y que no será teledirigida por nadie.
Este episodio confirma que el congreso fundacional del PDECat no resolvió un asunto fundamental en cualquier organización que quiera ser eficaz y que se resume con una pregunta: ¿Quién toma las últimas decisiones? Incluso en los partidos de la supuesta “nueva política”, los liderazgos están claros y el centro de gravedad del poder interno queda bien definido. En la cúpula de los neoconvergentes hay un reparto de responsabilidades ambiguo y eso bloquea y complica cualquier iniciativa relevante. En la Generalitat está muy claro que es Puigdemont quien lleva el timón, pero en el PDECat este timón parece que va solo o que son muchas las manos que lo van cogiendo sin orden ni concierto. Fíjense en ERC: uno de los aciertos de los republicanos es blindar el liderazgo de Junqueras y no ponerlo nunca en duda, incluso en los momentos de más turbulencias.
Si el PDECat confunde la vindicación razonable del legado positivo de CiU con una defensa a ultranza de todo lo que se hizo en el pasado, no tendrá margen de actuación en el presente ni tendrá fuerza para desarrollarse en el futuro. Mas y otros dirigentes de CDC que asumieron el cambio de paradigma del autonomismo al soberanismo (porque comprendieron la transformación de mentalidad de una parte central del país) deben leer el nuevo panorama teniendo en cuenta que las percepciones –a veces quizás injustas– lo acondicionan todo. El PDECat debe ser el primer partido contra la corrupción porque no tiene otra opción, porque sólo así se habrá ganado el derecho a ser escuchado y a pedir el voto con seguridad. Quien no lo quiera ver tiene un problema.